Algunos Sitios donde Ir

Si vives en Barcelona, a continuación encontrarás algunas ideas de donde ir una mañana o una tarde o un fin de semana…

  • Jardí Botànic de Barcelona: Ideal para un sábado o domingo en que no te apetece levantarte temprano. Frente al Estadio Olímpico de Barcelona se encuentra este interesante (y grande) Jardín Botánico donde puedes contemplar especies de todos los climas mediterraneos del mundo.
  • De Sant Sadurní d’Anoia a Gavá: La ruta es ideal para hacerla en un domingo lluvioso. Podrás quedarte en la cama hasta las 11 de la mañana, momento en que deberás empezarte a levantar para llegar antes de las 12’30 a las Cavas Codorniu en Sant Sadurní d’Anoia (muy bien señalizado) para visitarlas. La entrada cuesta 200 pesetas y la visita con guía dura alrededor de una hora, durante la cual se describe todo el proceso de elaboración del Cava. Al finalizar la visita coge la carretera de Sant Sadurni d’Anoia a Ordal, pasando por el Castell de Subirats, del siglo X, enclavado en un paraje rocoso de bosque frondoso. Una vez llegados a la Nacional 360 debes girar a la derecha y en Avinyonet coger la carretera que va hasta Gavá. Después pararemos por Olesa de Bonesvalls, momento que puedes aprovechar para comer en alguno de los 2/3 restaurantes de carretera que encontrarás. Se finalizará la ruta, siguiendo por esa misma carretera hasta Gavá, pasando por Begues.
  • Pantà de Granera: ¿ Vives en Barcelona y te gusta pescar ?. No lo pienses más y coge el coche un sábado y encáralo hacia Sant Feliu de Codines. Desde allí deberás ir a Castellterçol y coger después la carretera que conduce a Granera. Desde Castellterçol tienes alrededor de 7 kms hasta alcanzar el tranquilo Pantà de Granera donde podrás pescar carpas y truchas americanas. A la vuelta, ni se te ocurra pasar por Sant Miquel del Fai (desde Sant Feliu de Codines) porqué te clavarán 100 ptas por aparcar y 800 (por persona) por entrar en el recinto del parque !. Desde Barcelona tienes 50 minutos en coche.
  • Pic del Bastiments (Girona): Si lo que te gusta es la montaña pero no en exceso, la propuesta de ascensión a este pico seguro que te satisface. Sal de Barcelona a las 8 de la mañana y plántate en Setcases alrededor de las 10. Desde allí toma la carretera que conduce a Vallter 2000 y en una de las curvas deja el coche y comienza la ascensión hasta llegar al refugio propiedad del CEC (30 min.). Desde allí, hasta la cima no hay más de 2 horas a ritmo muy descansado. Una vez arriba (alrededor de 2850 m.) puedes aprovechar para comer (siempre que vayas bien abrigado) y emprender el descenso. Sobre las 5 puedes estar de vuelta en el coche, y si estás con fuerza, visitar Setcases o Camprodón.
  • Delta del Ebro: Si dispones de un dia solo podrás ver el delta. Si en cambio tienes dos dias, puedes visitar Tortosa y els Ports de Tortosa-Beseït. En ningún caso te pierdas la fauna y flora característica de la zona.
  • Ascender al Aneto (Huesca): Ascender al pico más elevado de los Pirineos es toda una aventura. Duerme en el refugio de la Renclusa y levántate a las 4 de la madrugada para tener una ascensión y descenso sin prisas.
  • Forat del Vent (Collserola): Bájate en la parada de metro de Montbau (L3) y comienza a ascender por donde puedas al mazizo del Collserola hasta alcanzar la carretera del centre de Zoonosi (por la carretera de la Arrabassada en el «revolt de la paella») y continua hasta el GR92. En unos minutos alcanzarás un vértice geodésico con vista espectacular de Barcelona y del Vallés e importante punto de observación de aves. Continua el sendero pasando por el repetidor y la torre de vigilancia (solo en verano) y baja por el escarpado sendero que se encuentra a la derecha de la carretera. De ahí en 10 minutos se alcanza el Forat del Vent (carretera de Cerdanyola). Desde ahí baja por otro sendero que penetra en el pequeño valle que se forma. Pasarás por una vieja mansión, jardines, una fuente y finalmente el Parque del Laberinto y el Velódromo. Coge el metro de vuelta en Horta (L5) y así te podrás tomar algo en la peculiar Plaza Ibiza. La duración de la excursioncilla es de 2’5 horas. Ninguna complicación si tienes un buen mapa.
  • Monasterio de Sant Pere de Rodes: Colosal monasterio enclavado en el inigualable Cap de Creus. Sal de Barcelona en tren entre las 7 y las 8 de la mañana y bájate en Llançà. Desde allí sube a pie por entre antiguas vías medievales hasta el Monasterio atravesando buena parte del macizo de Creus. El descenso realízalo por la vertiente sur hasta llegar a Vilajuïga donde puedes coger el tren de vuelta.
  • Visitar Colliure: Situado en el sur de Francia, es de imprescindible visita para admirar su fortaleza, su pequeño puerto y sus calles y, como no, para deleitarse de la carretera que nos lleva desde Llançà a Colliure pasando por Colera y Cervere. Desde Barcelona en coche tienes 2 horas y media.
  • Una tarde en Sitges: Nada más relajante que pasear por Sitges por la tarde entre las calles antiguas junto al mar. A 40 minutos de Barcelona en coche.
  • Subir al Matagalls: Espectacular vista desde el segundo pico más elevado del macizo del Monseny. Llega en coche hasta Viladrau y sube y baja por la misma ruta. 2 horas a pie desde Viladrau. También se puede subir desde Coll Formic.
  • Monasterio de Poblet: Catalogado como Patrimonio cultural de la Humanidad por la UNESCO, merece una visita imprescindiblemente. Si tienes tiempo, visita el pequeño pueblo de Prades. Magnífico rincón de la provincia de Tarragona.
  • Subida al Puigmal: Con 2.913 metros de altura, su ascensión (muy fácil) es magnífica. Entrénate un poco y llega en tren hasta Ribes de Freser. Desde allí ve hasta Queralbs en Cremallera y bájate. La ascensión hasta la Vall de Núria hazla a pie (no cojas el Cremallera) a través del pequeño sendero entre espectaculares rios y bosques. Desde el Santuario de Núria hasta la cima es coser y cantar. Si dispones de buenas botas, la bajada hasta Núria puedes hacerla derrapando y saltando en menos de 15 minutos.
  • Pantano de Foix: Coge la N-340 en dirección a Tarragona y desvíate en dirección a Vilanova i la Geltrú en L’Arboç. Desde allí pasarás en un par de minutos por Castellet donde puedes ver un interesante castillo. En la siguiente curva se mos muestra ya majestuoso el Pantà de Foix con su bonita presa. No escatimes un paseo por la ribera del pantano por el lado opuesto a la carretera, tras atravesar la presa. Podrás observar gran cantidad de aves, conejos y si hay suerte algún javalí o tejón. Para volver a Barcelona puedes hacerlo llegando hasta Vilanova i la Geltrú i desde allí por los Tunels del Garraf. Excursioncita de tarde de sábado (evita el domingo o te pillará la caravana de regreso).
  • Santa María del Mar (Barcelona): Que tal una tarde por Barcelona ?. Sitúate en el Passeig del Born y visita el Fossar de les Moreres i la magestuosa Iglesia de Santa María del Mar, posíblemente uno de los rincones más bellos y con más historia de Barcelona.
  • Travesía Gelida-Sitges: Apasionante travesía para amantes del trecking de largo fondo muy entrenados. La mejor fecha para realizarla es entre los meses de julio y agosto. Coge el tren en Barcelona lo más temprano que puedas y bájate en Gelida. Desde allí visita el castillo de la población y encamínate hasta el Puerto del Ordal atravesando todo el macizo. Pasa por Olesa de Bonesvalls y penetra en el Parc Natural del Garraf. Desde allí atravesando múltiples colinas llegarás hasta Sitges a través de los más bellos parajes desiertos de la provincia de Barcelona. Lleva importantes reservas de agua para el trayecto (30 Km a 40ºC).
  • Valle de Añisclo: Probablemente el Cañón de Añisclo es la zona más bonita de España que he visto. Situado en el pirineo de Huesca merece un fin de semana entero para poder visitar Ainsa, Boltaña y la Buerba. Si tienes más tiempo, date una vuelta por Escuaín. Solo accesible en coche y/o a pie (si estás en forma). Desde Barcelona, por la autovía BCN-Lleida tienes 3 horas en coche.

Slovenia, Croacia, Bosnia y Montenegro

Llegado el agosto del 2001 y sin ningún plan concreto, decidimos coger una furgoneta y darnos una vuelta por Eslovenia, Croacia, Bosnia y Montenegro, que saliendo desde Barcelona no están excesivamente lejos.Después de cruzar la frontera francesa por La Jonquera nos dirigimos vía Perpiñán – Marsella – Mónaco hasta Génova en Italia, la cual atravesamos hasta alcanzar la frontera con Eslovenia en Trieste.

Una vez dentro de Eslovenia, nos detuvimos y dormimos en Piran y Koper, dos ciudades de pescadores que pueden (y deben) ser visitadas en un día.

La siguiente etapa del viaje nos llevó hasta los Alpes Julianos, un auténtico paraíso que nadie debe perderse. Tras pasar por Kranj, dormimos en una casa de campesinos en Bled rodeados de valles profundos, lagos transparentes, vacas, pajares y flores.

Alpes Julianos cerca de Bled
Alpes Julianos cerca de Bled

Desde aquí y a un par de horas en coche dormimos en un camping en Ljubljana, capital de Eslovenia. Una interesante ciudad con bares, restaurantes, castillos, museos, canales y mercados. Una recomendación importante si piensas ir a Eslovenia es que te leas el libro «El Laberinto de los Balcanes» de Janez Drnovsek, expresidente del país durante la separación con Yugoslavia.

Desde la capital de Eslovenia, nos dirigimos directamente hasta Bosnia i Herzegovina (BiH), verdadero objetivo de nuestras vacaciones. Nuestro primer encuentro con las secuelas de la guerra nos las encontramos ya en Croacia, a 20 Kms de la frontera de Bihac (ya en BiH).

La primera noche en BiH la pasamos en Travnik, en el centro del país. La verdad es que dormir aquí es una auténtica aventura por dos razones principales,… la primera es que el camping es prácticamente inexistente, ya que buena parte del territorio (fuera de las ciudades y de la carretera) está minado y la segunda, que los hoteles o pensiones son para el olvido. En nuestro caso, después de buscar y buscar, dimos con un hotel de carretera con «bichos» en la cama. Como mínimo, el precio estaba bien.

Nuestra siguiente escala fue Sarajevo, auténtico centro del país, donde se entremezclan toda clase de personas en sus barrios turcos y judíos.

Sarajevo
Sarajevo

Es estremecedora la visión de sus casas agujereadas por metralla o sus rascacielos demolidos, como el viejo hotel Holiday Inn, reducido a escombros en el que habitan multitud de personas sin techo fijo, o los campos de tumbas que se extienden por todas las colinas de la ciudad sitiada por los serbiobosnios durante meses.

Resulta chocante en Sarajevo el contraste de encontrar en una misma calle casas «ametralladas», boutiques de Christian Dior, soldados norteamericanos de compras, coches de la ONU y a sus habitantes tomando un helado tranquilamente en una de las muchas terrazas de verano que pueblan el centro de la ciudad.

Aunque sin duda, lo más espectacular del viaje lo vivimos en Mostar, una ciudad de ensueño totalmente destruida y que hay que visitar e incluso, como hicimos nosotros, dormir en ella.

Es también en Mostar donde se puede visitar al destacamento del Ejército Español que se encuentra en la Ciudad y que se encarga de preservar la paz entre lo dos barrios de Mostar (el Servio y el Musulman) que están separados por la calle de la fotografía.

Cerca de Mostar
Cerca de Mostar

Nuestro siguiente objetivo era Dubrovnik, en la costa croata y para alcanzarla debíamos cruzar territorio bosnio y servobosnio. Sin embargo, a pocos Kms., concretamente en Duze nos cruzamos con una patrulla española que andaba de reconocimiento por la zona.

Y sin más contratiempos llegamos hasta Dubrovnik, donde debíamos reencontrarnos con el resto del grupo con el que habíamos salido de Barcelona y que no pudo entrar en BiH por problemas de visado en la frontera.

Dubrovnik es una ciudad espectacular, del estilo de Venecia pero sin canales, sin suciedad, con playa y con murallas. Después de «inspeccionar» la ciudad en medio de miles de turistas decidimos internarnos en la aún Yugoslavia, concretamente en Montenegro.

La verdad es que fue una decisión muy acertada. Después de bastantes problemas en la frontera, de «desinfectar» nuestro vehículo y de pagar varias tasas de entrada en el país (suplemento del seguro del coche, desinfección,…) entramos en «otro mundo». Ni turistas ni tráfico ni casas agujereadas por metralla… encontramos una costa montenegrina de cine con pueblos fantásticos , playas desiertas y acantilados de vértigo. Uno de los aspectos más curiosos es la cantidad de pueblos declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que había hasta la frontera con Albania (a la que no llegamos por falta de «quorum») y lo moderno del país.

La noche la pasamos en Dubrovnik y a la mañana siguiente emprendimos el regreso a Italia a través de la larguísima costa croata, muy similar a la Costa Brava española. Hay algunas ciudades y pueblos que merecen una parada como son Split o Zaton.

La noche la pasamos en Biograd ya que nuestra intención era visitar las Islas Kornati, para lo cual debíamos coger un barco. La verdad es que el viaje en barco (4 horas para ir y 3 para volver), bajo un sol agobiante, fue bastante divertido pero las islas eran excesivamente turísticas.

Y la verdad es que el viaje dio poco más de si. Volvimos a través de Slovenia, dormimos y visitamos Venecia (en camping y con mosquitos) y después cerca de Génova. De ahí y de golpe, alcanzamos ya Barcelona.

Inter-Rail de 1999

El pasado verano tuve la oportunidad de viajar a la zona más oriental de Europa y visitar Rumanía y Bulgaria. Si algún verano no sabes donde ir, compra un billete de Inter-Rail con capacidad para viajar por toda Europa y vete para allá. Nuestra ruta de viaje, con un total de 21 días es la que sigue:

Sábado – 31/07/1999

Salimos desde Barcelona con el tren de las 7 de la mañana en dirección a Milán. Después de varias escalas llegamos a la estación de Milán (Stazione Centrale) pasados unos minutos después de media noche con la intención de llegar a tiempo para coger el nocturno para Brindisi. Sin embargo, la intención se quedó solamente en eso y lo perdimos por 5 minutos.

Tras estudiar los horarios, descubrimos que el primer tren para Brindisi salía a las 7:05 por lo que debíamos pasar la noche en Milán. Reunidos en consejo y tras observar que como mucho íbamos a poder dormir no más de 5 horas y que además el alojamiento en la ciudad estaba por las nubes, decidimos extender los sacos en la estación y acomodarnos de la mejor forma que pudiéramos. Durmiendo a «pierna suelta», fuimos desalojados a las 2 de la noche por los servicios de limpieza hasta que a las 3 nos permitieron acostarnos nuevamente.

Domingo – 01/08/1999

El dia comenzó a las 6:15. Tras «vestirnos» y «asearnos» como buenamente pudimos compramos algunas provisiones y una herramienta que hasta el momento nos había resultado imposible encontrar: el «European Timetable de Thomas Cook», imprescindible libro para tener a mano todos los horarios de todos los trenes de Europa.

Después de pasar la noche en la estación de Milán y con la esperanza de poder descansar en el tren que nos tenía que llevar a Brindisi descubrimos al ascender a el que el viaje no iba a ser fácil. Todos los vagones iban cargados a tope y ni siquiera se cabía apenas en los pasillos.

Pero como que un inter-rail es un inter-rail, nos tomamos el asunto con filosofía y nos acomodamos en el suelo y en los pocos asientos de pasillo que habían, en medio de un auténtico rebaño de italianos cargados hasta las orejas y que pretendían alcanzar las cálidas playas del sur de Italia en su mes de vacaciones. Todo ello sazonado por un calor espectacular que hizo que sudáramos hasta la última gota de agua que había en nuestro cuerpo.

Bien entrada la tarde, llegamos a Brindisi, y tras mil vueltas buscando la oficina para adquirir los billetes del Ferry (que estaban incluidos en el precio del inter-rail) dimos con ella y nos clavaron 1000 pesetas por cada uno.

Pero eso no era nada. Lo mejor del día fue nuestra cara de sorpresa, una vez dentro del buque, cuando nos anunciaron que nuestra «estancia» se encontraba en cubierta y que teníamos que dormir tirados bajo el cielo estrellado (si es que no llovía).

Nuevamente extendimos nuestros sacos y nos acomodamos en nuestro viaje hacia la ciudad griega de Patras, nuestra siguiente etapa.

Lunes – 02/08/1999

Miles de estrellas y una cálida noche nos acompañaron en cubierta durante el descanso nocturno. Las primeras luces del día, junto a la costa albana, nos llevaron hasta las islas de Corfú y Kefallonia donde el ferry realizó sus dos únicas escalas antes de llegar al puerto de Patras sobre las 4 de la tarde.

Tras casi una hora de maniobras navales para aparcar el ferry, por fin, se abrieron las escotillas y pudimos descender y coger el tren que nos tenía que conducir directamente hasta Atenas, no sin antes darnos una vuelta de 1 hora por la exigua ciudad de Patras.

El Golfo de Patras y el Golfo de Corinto, vistos desde el tren, hicieron que calificaran las vistas de magníficas.

Sobre las 10 de la noche llegamos a Atenas y tras estudiar diversas opciones de alojamiento nos decidimos por el Hotel Rio, hotel, sin duda, para el olvido (recomendación: no vayas nunca al Hotel Rio).

…y fue en Atenas, con los precios por los suelos, donde disfrutamos de nuestra primera cena de restaurante de todo el viaje.

Martes – 03/08/1999Con el alcohol encaramado en lo más alto del termómetro salimos a recorrer la sucia y «abandonada» Atenas.

Por la mañana visitamos la Acrópolis y el Museo Arqueológico y por la tarde callejeamos por toda la ciudad hasta las 22h cuando cogimos el tren nocturno para Thesalonica.

El calor durante todo el día había sido insoportable.

Miércoles – 04/08/1999

A primera hora de la mañana alcanzamos Thesalonika, y tras esperar alrededor de una hora cogimos el tren que nos tenía que conducir a Istambul.

Fue alrededor del mediodía cuando el tren se detuvo en la parte griega de la frontera greco-turca. Tras solicitarnos los pasaportes y quedarnos sin ellos durante casi una hora fuimos confinados en un vagón especial a la espera de que una locomotora turca se enganchara.

En unos 30 minutos, volvimos a detenernos, esta vez en el puesto fronterizo turco, donde nos fue solicitada la obtención del correspondiente visado. Tras unos 45 minutos más de parada y la compra de algunas provisiones (sandías incluidas) reanudamos la marcha en dirección a Istambul.

A las 22h llegamos a la estación central de Istambul y tras rastrear un poco la zona (que nos pareció muy europeizada y, por supuesto, mucho más moderna que Atenas) nos hicimos con un hotel de 4 estrellas (Hotel Seres) a un precio razonable de 4.000 pesetas por barba (aprox.).

Después de una agradable (y barata) cena de restaurante nos metimos en la cama con la intención de iniciar la visita a Istambul al día siguiente.

Jueves – 05/08/1999

Invertimos el día en visitar el Palacio Topkapì, Sultanahmet Camii, Santa Sofía, algún que otro cementerio, la Mezquita Azul (donde tuvimos que taparnos las piernas), el Gran Bazar (donde todos los comerciantes hablan español) y el Hipódromo. Sin duda Istambul es una ciudad que debe visitarse, y posiblemente una de las más bonitas que he visto nunca.

Los precios son bastante más baratos que en España. Una comida podía resultar exitosa por 500 o 700 pesetas.

Por la noche, el recepcionista nos lió para que fuéramos a cenar un «magnífico» restaurante que conocía, que era muy bueno, eran expertos en pescado,… que vendría una furgoneta a llevarnos y a traernos… Finalmente aceptamos y, obviamente, nuestra cartera se resintió. La verdad es que comer, comimos muy bien.

Viernes – 06/08/1999

Tras levantarnos nos dirigimos a la Estación Central de Istambul para estudiar la mejor forma de llegar hasta Sofía, nuestro próximo destino. Nuestra idea era coger un tren nocturno y pasar la noche en litera.

Y fue allí donde conocimos a Jimmy, un turco con barba blanca de alrededor de 75-80 años que nos ofreció transporte y guía para todo el día por 35 dólares (3 personas). Ni cortos ni perezosos, y después de regatear un rato, aceptamos el trato y nos llevó en coche hasta la parte asiática de Istambul, donde nos llevó a «su restaurante» y nos enseñó la zona.

Después de comer, realizamos un cambio de guía y cogimos un barco (a cargo de Jimmy) hasta la isla Büyük Ada (Isla Grande), lugar privilegiado de vacaciones absenta por completo de vehículos motorizados (están prohibidos).

De vuelta a la Istambul europea, recogimos nuestro equipaje de la consigna del hotel y tras despedirnos de la ciudad, cogimos el tren nocturno hacia Sofía (Bulgaria).

Así pues, nos pusimos el pijama, nos metimos dentro de la cama (coche cama) y, cuando estábamos en el primer sueño, fuimos despertados bruscamente alrededor de la 1 de la madrugada para expedir el sellado de salida del pais. Lo bueno del asunto es que el sellado se debía realizar fuera del tren, por lo que no tuvimos otra alternativa que vestirnos como buenamente pudimos y comenzar a hacer la larga cola que esperaba frente a la ventanilla de la Policía de Fronteras turca.

Por fin, y ante un despliegue policial espectacular (dentro y fuera del tren) conseguimos nuestro visado de salida y volvimos al «camarote». El tren no arrancó hasta las 3 de la madrugada.

Pero ahí no había acabado todo, ya que al cabo de 30 minutos volvimos a detenernos, esta vez frente al puesto fronterizo búlgaro. Esta vez, el visado de pasaportes (gratuito para españoles) se realizó dentro del tren, y sobre las 5 volvimos a arrancar con la esperanza de poder descansar hasta nuestra llegada a Sofía.

Sábado – 07/08/1999

Sobre las 12 del mediodía llegamos a la capital de Bulgaria, Sofía, bajo una tormentosa calígula de verano con temperaturas alrededor de los 40 grados.

La verdad, es que la primera imagen al salir de la estación es desoladora: coches muy viejos, calles viejas, edificios viejos, moles de hormigón y gente muy «rara».

La visita a Sofía se puede realizar en menos de un dia, por que la verdad es que hay poco que ver. Sin duda lo mejor es ver a los búlgaros y búlgaras, sus ropas, sus restaurantes, sus automóviles, y en general su particular tristeza. Olvida todo lo que te hayan dicho sobre Sofía y visítala.

Es importante que no te timen a la hora de dormir. Los hoteles son particularmente escasos y caros.Sobre todo, hace mucho calor…

Domingo – 08/08/1999

Pues con todo Sofía visto y sin muchas ganas de ir al Monasterio de Rila (auténtica joya de Europa) decidimos ir a Veliko Turnovo vía Gorna Orjahovitza.

Pasadas las 4 de la tarde llegamos en tren a Gorna. Desde allí teníamos unos 10 kms hasta Veliko, por lo que decidimos investigar algún medio de transporte para llegar hasta el lugar.

…y encontramos la flota de furgonetas más viejas del mundo !!!. Después de apiñarnos entre 20 personas del lugar, conseguimos hacer entrar las mochilas en la vieja furgoneta y emprendimos el viaje hasta Veliko.

El pueblo prometía (o por lo menos eso ponía la guía) así que no escatimamos ningún esfuerzo para llegar hasta él.

Después de buscar un buen rato encontramos un hotel viejo, sucio y caro y algún que otro español que se había perdido por esas tierras.

La sensación de «cutrez» de los equipamientos turísticos en Bulgaria juntamente con la tristeza y el poco interés que profesan los lugareños hacen de este país un lugar inconfundible y de obligada visita «cultural». Probablemente de lo más curioso y pobre de Europa, eso sí, sin ver en las calles un sólo mendigo.

Lunes – 09/08/1999

Con temperaturas superiores a los 40ºC visitamos el antiguo castillo, las murallas y una iglesia que preside la magnífica ciudad de Veliko Turnovo a través de los 7 meandros que forma el río de la misma.

Acabamos el día visitando lo poco que hay que ver en ella y buscando algún sitio donde poder cenar a precios, una vez más, de risa.

Martes – 10/08/1999

Y por fin llegó el día en el que teníamos que llegar a Bucarest (antes de estar, personalmente para mi, la ciudad más inhóspita – después de Tirana – de toda Europa). Nos levantamos temprano y cogimos el tren que nos trasladaba a la capital rumana.

El paso por la frontera fue un poco problemático porque la Policía Rumana no admitía moneda búlgara en el pago del visado. Tras unos minutos de tensión en la cabina del tren, finalmente hicimos efectivo el pago en dólares y pesetas (con cambio incluido en moneda rumana para nuestro asombro).

Sin más problemas, llegamos a Bucarest sobre las 8:30 de la tarde. Lo cierto es que la estación estaba muy animada y bastante protegida por Policía.

En definitiva, nuestra primera impresión de Rumanía fue muy buena, muy alejada de los tópicos de país peligroso y pobre del que no se hacen merecedoras, como mínimo, las ciudades que nosotros visitamos.

Después de buscar alojamiento, encontramos un hotel a un paso de la estación de tren con un precio muy abusivo si comparamos la relación calidad/coste pero que en vista de que anochecía, de que íbamos muy cargados y de que teníamos hambre, decidimos aceptarlo.

Cenamos nuevamente a precio de risa y nos acostamos a 38ºC de temperatura.

Miércoles – 11/08/1999

Posiblemente uno de los días más espectaculares de mi vida…

Nos levantamos con un calor insoportable. En la prensa había una única palabra: Eclipse total de sol!. A las 2 de la tarde tenía que hacerse totalmente de noche durante 5 minutos y, sin duda, ningún rumanés quería perdérselo y todos tenían fiesta de 1’30 a 2’30 para poder contemplar el acontecimiento.

Después de pasear por Bucarest y admirar las enormes plazas, avenidas y palacios del régimen comunista, nos trasladamos hacia el centro de la capital donde la muchedumbre hervía a la espera del eclipse.

Sobre las 13:30, el sol comenzó a taparse (solo visible con protector ocular) y a las 14:05 cayó la noche completamente. Durante 2-3 minutos fue noche cerrada.

Tras la espectacularidad del eclipse, nos dirigimos hasta la estación de Bucarest (a pie) para coger el tren que nos tenía que trasladar a Brasov en el corazón de Transilvania.

A las 20h llegamos a Brasov, con una temperatura 20 grados inferior a la de nuestra salida.

Antes de acostarnos disfrutamos de una cena con acompañamiento teatral indígena en el centro de la ciudad vieja, muy cerca del hotel en el que nos alojábamos.

Jueves – 12/08/1999

Por la mañana visitamos el Castillo de Bran que aunque aparece en todas las guías de viaje de Transilvania deja bastante que desear.

En el reclamo de los turistas se dice que en este (triste) castillo vivió el Conde Drácula (o mejor dicho, Blad el Empalador) aunque de eso no hay absolutamente nada de cierto.

Ya por la tarde vimos la ciudad de Brasov, con un centro histórico pequeño pero curioso.

Viernes – 13/08/1999

El viernes era el día programado para dirigirnos hacia Budapest y poder descansar durante unos días.

A las 10:06 cogimos el tren que salía de Brasov y que nos tenía que llevar directamente a Budapest, ciudad a la que llegamos sin ningún tipo de contratiempo en los pasos fronterizos a eso de las 20:30 de la tarde.

Sin embargo la sorpresa del día aun estaba por llegar. Cuando nos dispusimos a buscar alojamiento por la noche, caímos en la cuenta de que ese fin de semana precisamente se celebraba el Gran Premio de Fórmula 1 de Hungría y estaba todo Budapest completo.

Pero como que Dios ayuda siempre al que persevera, decidimos tomarnos el asunto con calma cenar y después tranquilamente proseguir la búsqueda, esta vez, por teléfono. Fue alrededor de la 1 de la madrugada cuando dimos con un hotel con habitaciones libres (totalmente desubicado) y a las 2 cuando nos metimos en la cama.

Sábado – 14/08/1999

El día de descanso prometido por fin había llegado, así que decidimos ejecutarlo adecuadamente. Buena parte del día lo pasamos en los Baños Gellert, un espectacular lugar ideal para descansar.

Domingo – 15/08/1999

La verdad es que el domingo fue bastante parecido al sábado, con Baños Gellert incluidos. Pero además también invertimos el tiempo en visitar la bonita ciudad de Budapest.

Lunes – 16/08/1999

No se puede ir a Budapest sin pasar por el valle de las mujeres bonitas en Eger.

A primera hora de la mañana cogimos un tren que en 90 minutos nos transportó hacia Eger, después de visitar el centro de la población y el castillo nos dirigimos al Valle de las Mujeres bonitas, una pequeña hondonada en la que se ubican cientos de bodegas talladas en la roca.

Martes – 17/08/1999

A primera hora de la mañana cogimos el tren que nos tenía que trasladar a Zagreb, capital de Croacia. Esperábamos encontrar un país típico de la Europa del Este, pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando a nuestra llegada al atardecer, descubrimos una ciudad moderna, limpia y acogedora.

Aunque no tiene demasiado que ver, si que es interesante perder un día o dos en la capital del nuevo estado de Croacia. No vimos ni un indicio de guerra.

Los precios son más elevados que en España.

Miércoles – 18/08/1999

El miércoles era el día escogido para alcanzar la costa adriática croata. Nuevamente fue el tren de la mañana el que nos trasladó a Rijeka.

Y una vez más Croacia nos volvió a sorprender… La costa está plagada de pequeños pueblecitos turísticos pero sin llegar a apelmazar. En España podríamos compararla con la Costa Brava pero sin los excesos de esta.

Estamos seguros que en un mes no tendríamos tiempo de acabarnos Croacia.

Jueves – 19/08/1999

Y desgraciadamente, llegó el día de nuestra partida definitiva.

A media mañana tomamos el tren que tenía que trasladarnos a Venecia, ciudad a la que llegamos a las 8 de la tarde tras atravesar la parte más septentrional de Eslovenia sin llegar a detenernos más que una hora para efectuar un cambio de tren.

En Venecia teníamos que esperar 4 horas hasta la llegada del siguiente tren, así que decidimos dar una vuelta por la ciudad hasta la Plaza de San Marco.

Sobre las 12 de la noche cogimos el tren que nos trasladaría a Niza.

Viernes – 20/08/1999

Y a las 9 de la mañana, llegamos a Niza. Tras avituallarnos un poco, cogimos el último tren del viaje, un Talgo español que nos tenía que llevar directamente hasta la Estació de Sants de Barcelona.

Y no fue hasta las 19:30 en que volvimos a pisar Barcelona después de 20 días de viaje en tren por buena parte del este de Europa.

El Pirineo Aragonés

Mi padre nació en Margudgued, un pequeño pueblo del Pirineo Aragonés, perteneciente al municipio de Boltaña, en la provincia de Huesca.

Nadie puede dejar de visitar este lugar. Es más, nadie puede dejar de pasar una semana en alguno de los innumerables pueblos de esta montañosa zona. Pueblos deshabitados, valles inaccesibles, rios transparentes, altos picos, cascadas, pistas forestales, senderos, panorámicas de película, pesca, caza, setas,… En fin, infinidad de cosas que hacer y que visitar en este paraiso único.

Margudgued tiene unos 15-20 habitantes fijos, aunque en verano esta cifra aumenta hasta los 40-60. Se encuentra situado a 1 Km de Boltaña, y visitar la única calle del pueblo es entrar en un mundo aparte. A pocos metros del pueblo está el rio Ara, el cual alcanza los 3 metros de profundidad en un pequeño tramo cerca del puente. Si te gusta pescar, aqui encontrarás truchas, barbos y madrillas.

Sieste es un pueblecito situado a unos 3 Km de Margudgued, en la cumbre de una pequeña colina. Su visita se considera igualmente imprescindible, al igual que la Fuente de Sieste, a la que solo se llega por un angosto camino. Para encontrarlo, lo mejor es preguntar en Margudgued.

Punto y aparte es la visita obligada a los diversos pueblos abandonados de la zona, subiendo por la pista forestal que sale de Boltaña, y que va a dar a Morillo de Sampietro (de 6 habitantes). A nuestra izquierda dejaremos un sendero que conduce a Sampietro, abandonado hace más de 100 años. Visitar sus calles cubiertas de vegetación es visitar la historia.

San Juste
San Juste

Si os gusta el trekking, podeis coger el sendero que conduce a Sampietro y llegar hasta La Buerba, ubicado en la parte superior del Valle de Añisclo, puerta del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. La vista es impresionante. Podeis contemplar uno de los cañones naturales más altos de España. También se puede visitar en coche, cogiendo la carretera en Ainsa , dirección Francia, y desviándonos en Labuerda a la izquierda.

Si te gusta la alta montaña debes subir al Monte Perdido, de 3.355 m. Si no te atreves con el, visita simplemente la cola de caballo del Parque, o come en alguno de los pequeños y acogedores restaurantes de la zona.

Vacas en Campodarbe
Vacas en Campodarbe

Si lo que prefieres en cambio es una de las mejores panorámicas de la región, sube hasta la cima de la Peña Montañesa. La subida no es muy dura, y se puede hacer en coche hasta acortar el camino a 90 minutos a pie. Para acceder se ha de subir por una pista que sale de Laspuña.

Bajando del Lago de Ordiceto
Bajando del Lago de Ordiceto

Pero no todo lo que se puede hacer es visitar montañas y pueblos. En verano, resulta gratificante salir a pasear por la noche, cuando el calor se ha convertido en fresco, y el cielo, totalmente despejado de contaminación y luces, nos permite ver miles de estrellas formando un fantástico mosaico.