En La Pobla de Roda, 100 años después

Cien años después de que mi abuela Mercedes Fillat Costa hiciera esta fotografía, hemos vuelto al mismo sitio, en La Pobla de Roda (Huesca), para intentar hacer una similar.

La Pobla de Roda en 1920
La Pobla de Roda en 1920

La verdad, es que la casa no ha cambiado demasiado y son totalmente identificables todos los detalles de las ventanas y puerta un siglo después.

La Pobla de Roda en 2022

Puedes pinchar en las imágenes para hacer zoom y deleitarse con los detalles de la fotografía que hicimos el fin de semana pasado.

El Sampietro de Cuba

Desde siempre he oído por casa de mis padres que un familiar de mi abuelo paterno se había ido a Cuba y nunca más habíamos sabido de él. Hace unos días mi primo Toni, usando sus «conexiones» en Francia, me dijo que su nombre era Tomás Sampietro y que efectivamente era el tio de mi abuelo Antonio Sampietro Betato.

Así pues, asumiendo que era tio de mi abuelo, lo más probable es que fuera hijo de Joaquín y María, que se llamara Tomás Sampietro Coscojuela (o Coscujuela) y que fuera hermano de mi bisabuelo Antonio Sampietro Coscojuela.

El siguiente paso será investigar en los archivos de emigración a Cuba a ver si encuentro su nombre entre 1890 y 1920.

En Can Piera

Can Piera es una mansión ubicada en el número 22 de la calle Panamá de Barcelona en la zona alta de Pedralbes. Allí nació mi madre donde sus padres (mis abuelos) trabajaban como cocinera y chofer para una de las familias más adineradas de la ciudad a principios del siglo XX.

Buscando entre las cajas de fotografías que tenían mis padres en casa, he encontrado esta que soy incapaz de identificar. Lo único que se seguro es que fue hecha en Can Piera alrededor de 1930, quizás 10 o 15 años antes o después.

En Can Piera, en la calle Panamá, número 22, de Barcelona

Y como que el azar es una casualidad presente e imprevisible, quizás esta fotografía algún día cae en manos de alguien que es capaz de identificar a la niña de la manguera y me da una alegría.

Mi madre en 1966

Esta foto de mi madre fue tomada alrededor de 1966 y es una de las pocas que tengo en la que no está posando formalmente.

Mi madre alrededor de 1966

En la fotografía, mi madre está junto a un señor que desconozco en un bar, bebiendo una Cocacola y revisando catálogos o fotografías; no lo tengo muy claro. Viste con un traje-chaqueta bastante moderno y con su medalla de la Virgen que la acompañó durante toda su vida.

Si se amplía su mano derecha, aparece un brillo en uno de los dedos que me hace pensar que puede ser el anillo de casada aunque no queda del todo claro.

Capella de Nostra Senyora de la Mercè

Pese a que tenía muchas fotografías de la boda de mis padres, nunca había podido identificar el lugar donde se habían casado. Algunas fotos estaban hechas en una escalinata que parecía la entrada a un chalé, otras en la calle y las de la ceremonia en un espacio cerrado dificilmente identificable. Sabía que se habían casado por Sarriá o Pedralbes pero ninguna de las iglesias de la zona parecían coincidir con las imágenes.

Y esto fue así hasta el pasado 3 de diciembre de 2020 cuando corriendo por el monte y volviendo ya para casa en uno de mis típicos recorridos aleatorios me topé con una calle que era clavada a la de las fotos de la boda. Obviamente, no me pude parar, pero cuando llegué a casa repasé el recorrido que había hecho y tras estar mirando un buen rato descubrí una especie de capilla ubicada en un chalé cuyo nombre era y es «Capella de Nostra Senyora de la Mercè».

Circuito del 3 de diciembre de 2020

Se encuentra situada en el Carrer Torrent de les Roses 22 de Barcelona, por encima de la Ronda de Dalt en la zona alta de Pedralbes.

Capella de Nostra Senyora de la Mercè – Barcelona

Obsérvese la pequeña cruz que asoma en lo alto del chalé y lo camuflada que se encuentra la iglesia entre viviendas unifamiliares.

El libro de autógrafos de mi madre

En 1950, cuando mi madre tenía 15 años, comenzó a recopilar autógrafos y dedicatorias de sus amigos, algo que parece ser estaba bastante extendido en esa época. Tenía una pequeña libretita de color azul y página a página sus compañeros de escuela y amigos iban escribiendo pequeñas notas, incluso dibujos y por supuesto sus firmas.

Página 25 del libro de autógrafos de mi madre

En algo menos de 3 años recopiló 34 firmas de personas que a día de hoy, si siguen vivas deben rondar los 80 o 90 años. He creado este pequeño listado que agrupa las que tienen apellido y he añadido la fecha y lugar, si se especifica:

      • Magda Heibmann, 15-03-1951.
      • María Asunción Parillard, 31-06-1950.
      • Rosa María Fonatanals.
      • María Mercedes Pallares, 01-06-1950, de la escuela.
      • Mari Carmen Prats, 01-07-1950.
      • Ana María Cuyás, de la escuela.
      • Marta Prat.
      • María Rosa martí, del curso.
      • María Domenech, 22-06-1950, del curso.
      • Ramón Bastida.
      • José Guirao.
      • María Martín-Mora, 14-06-1950, del curso.
      • Ana María Martí, 21-06-1950.
      • Noemi Rosa Rodríguez, 21-06-1950.
      • José Guardiá, 27-08-1950, Gornal.
      • Mari Carmen Guardià, 27-08-1950, Gornal.
      • Tereza Lanza, 10-09-1951.
      • Mari Carmen Fortuny, 20-08-1951.
      • Carmen Salvat.
      • María Guiu, 04-09-1951, Barcelona.
      • Asunción Rojo, 05-05-1952, Academia Cots, Barcelona.
      • Milagros Requeijo, 06-09-1951.
      • Reneé Bristot, 06-07-1952, compañera de trabajo.
      • María Azucena Royo, 20-11-1952, compañera de trabajo.
      • Jaume Gené, 23-11-1952.
      • Pepita Grau, 25-11-1952.

He grabado un pequeño video con todas las páginas de la libreta de autógrafos por si alguien tiene curiosidad en ver lo artístico de muchas de sus páginas.

Es realmente interesante leer cada una de las dedicatorias y el tiempo que muchas personas han invertido en cada una de sus páginas haciendo dibujos y coloreándolos.

Carmen y Ramón de Margudgued

En una de mis visitas al cementerio de Margudgued hace unos 15 o 20 años, fotografié las lápidas de Carmen Sampietro Coscujuela y su marido Ramón Santolaria Albás. Murieron en 1956 y 1958 respectivamente, y Carmen era la hermana de mi bisabuelo Antonio Sampietro Coscujuela (o Coscojuela, o Cascujuela como pone en la lápida,… pero está mal).

Lápida de Carmen Sampietro Coscujuela en el Cementerio de Margudgued.
Lápida de Ramón Santolaria Albás en el Cementerio de Margudgued.

He decidido publicar estas fotografías porque en la última ocasión en la que estuve ya no estaban. Imagino que el frio, la nieve y la lluvia deben haber contribuído a que las placas de la lápidas no hayan durado ni 60 años.

Colecciones

Continúo escaneando escritos inéditos de mi madre que encontré en casa de mis padres 6 años después de que muriera. En este caso, este fue escrito cuando tenía 78 años.

Colecciones

¿Quién no ha coleccionado de pequeño o mayor algo alguna vez? Hay colecciones que tienen principio y fin, en cambio otras son inacabables.

Los chicos hacían colección de jugadores y equipos de fútbol, generalmente cromos que se compraban aunque había productos tales como chocolates, cubitos de caldo, galletas, etc., que colocaban ocultos en sus productos unos cromos que el público infantil coleccionaba y entonces consumía en abundancia para poder obtener más cromos, que al salir repetidos intentaban cambiar entre compañeros aunque había cromos que dificilmente salían.

Los adultos coleccionaban sellos, monedas, anillas de cigarros o puros, tapones de cava, etc. y la gente más pudiente obras de arte como cuadros, etc.

No creo que haya nada de malo en hacerse colecciones de cosas que puedan estar a nuestro alcance; es una ilusión que ayuda a superar algún obstáculo que siempre los hay en la vida.

Los domingos por la mañana, en la Plaza Real y en los alrededores del Mercado de San Antonio hay tenderetes destinados al intercambio y venta de cromos, monedas, sellos, etc. También acuden allí muchos niños, acompañados de sus padres, para hacer intercambios entre los visitantes del mercadillo.

Cuando completábamos alguna colección, primero, mucha ilusión cuando lográbamos los últimos cromos, una vez completada la guardábamos en un cajón, que generalmente con el tiempo y nuestro cambio de aficiones raramente la ojeábamos, hasta que algún día, ya adultos o casi adultos, ya cansados de tropezar con aquel álbum, acabábamos por deshacernos de el, cosa que no ocurre con la colección de sellos y monedas, que tienen un valor económico.

En la vida hay que tener ilusión por algo aunque a los que nos rodean les parezcan cosas supérfluas, pero nosotros le damos otra clase de valor.

De pequeña, para las onomásticas, con las amigas nos mandábamos postales por correo deseándonos toda suerte de dichas; ahora lo considerarían una cursilería. Yo las he guardado todas y después de 60 años y más, las he colocado en un album, haciendo constar fecha y nombre del remitente.

Cuando yo falte que hagan lo que quieran con ellas pero para mi tienen una valor sentimental.

María Luisa Ventosa

Este es el original que estaba en una libreta con algunos más. A ver si hay suerte y encuentro el álbum que mi madre menciona al final del escrito.