La circularidad de la inteligencia

Si algo está sobradamente comprobado es que la inteligencia no te proporciona felicidad. De hecho, las personas con un coeficiente intelectual (IQ) más elevado tienden también a ser los más infelices, arrastrados a la depresión e imcomprensión.

Para explicarlo siempre recurro al concepto de la «circularidad de la inteligencia». Cuando tu IQ es bajo, no sueles tener grandes preocupaciones en la vida, principalmente comer y pasártelo bien, pero a medida que tu IQ aumenta también sientes la necesidad de hacer o alcanzar otras metas tales como formar una buena y próspera familia, tener un buen trabajo, ser reconocido, etc…. y claro nada de eso es fácil de alcanzar y ahí empiezan los problemas y la frustación.

Pero ahí no termina todo, es cuando realmente tu IQ es muy alto cuando tus preocupaciones aunmentan porque necesitas llegar a entender el funcionamiento de demasiadas cosas, controlar los tiempos y alcanzar la perfección. Las expectativas de la gente excesivamente inteligente y brillante siempre suelen ser inferiores a lo que son capaces de alcanzar. Hay muchos ejemplos de mentes brillantes totalmente infelices: Albert Einstein, Steve Jobs, Van Gogh, Edgar Allan Poe, Beethoven o Newton, muchos de los cuales sufrieron depresión grave, pensaron en suicidarse, eran bipolares o manifestaron públicamente su infelicidad.

En los casos más severos de coeficientes intelectuales muy elevados, la necesidad de entender el universon y su funcionamiento se vuelve símplemente una quimera imposible arrastrando a sus protagonistas a la locura total. Probablemente los ejemplos más extremos los encontramos en Cantor, Boltzmann, Gödel y Turing.

Llegado a ese extremo de locura total, un IQ muy alto se convierte a nivel sintomático en un IQ muy bajo, tomando decisiones que carecen de ningún tipo de sentido y aceptando hipótesis y teorías totalmente descabelladas propias de personas con bajo coeficiente intelectual. A esa transición brusca de IQs podríamos llamarla «Transición Cero» y se sitúa entre los IQs más elevados y los más bajos.

Es interesante el caso de Kurt Gödel, uno de los lógicos matemáticos más importante de todos los tiempos, que vivió los últimos años de su vida obsesionado con la idea de que iba a ser envenenado por lo que solo comía comida cocinada por su mujer. El 14 de enero de 1978 falleció, según el certificado de defunción, por «desnutrición e inanición causadas por perturbaciones en la personalidad» al haber sido su mujer hospitalizada por un período de 6 meses.

Lo mejor, sin duda alguna, es no ser muy inteligente, como yo, entre IQ bajo e IQ medio, porque eso te dará toda tu vida mucha felicidad.

Casa Torres de Margudgued

Una de las casas más emplemáticas de Margudgued era Casa Torres, la última vivienda del pueblo (o la primera según se llegaba por el camino desde Ainsa).

Recuerdo muy bien hace ya más de 30 años a sus dos ultimos moradores: Pilar de Torres y su hijo Gerardo.

Casa Torres de Margudgued

Pilar era madre soltera y pocos conocían al padre de su hijo, Gerardo, por lo que durante toda su vida arrastró un sentimiento de culpa y de sentirse señalada por haber sido madre fuera del matrimonio en un pueblo de apenas 40 o 50 habitantes. Mi abuela incluso me había llegado a decir que el hecho de que Gerardo fuera ciego era consecuencia de la «vida alegre» de Pilar y que Dios por eso había castigado a su hijo nacido del pecado.

A pesar de todo, Pilar y Gerardo conformaban una familia peculiar: Gerardo era muy simpático y siempre estaba dispuesto a ayudar en todo. Recuerdo los corros de vecinos en verano, después de cenar, en la calle en los que siempre estaban Pilar y su hijo explicando cuentos e historias.

En Margudgued, cuando llovía lo hacía con intensidad, como es normal en el Pirineo, y en más de una ocasión el rio se desbordaba y el agua entraba en las casas. Recuerdo que en esas ocasiones cuando la calle principal se llenaba de agua, Gerardo (ciego!!!) salía con una bara de hierro, encontraba la arqueta de la alcantarilla en mitad del agua y con una pericia especial, la abría para que el desagüe pudiera tragar toda el agua de la calle.

Los problemas de inundaciones terminaron cuando hace 30 años o así se decidió canalizar el rio y construir un pequeño paseo a su lado.

En otras ocasiones, Gerardo actuaba de manporrero de cerdos, nuevamente con una habilidad especial para los animales.

Pilar de Torres en Margudgued en 1983

En esta foto de 1983 tenemos a Pilar de Torres en medio de mi hermano y yo (el pelirrojo con gafas). Detrás mío tengo a mi abuela, Ángela Garcés Cambra y a su lado a mi madre, a mi padre y también está Mariàngels, una amiga de mis padres que había subido con su marido, Mario, a buscar setas con nosotros. La foto está tomada frente a Casa Sampietro donde nació mi padre.

Pero un buen día todo cambió. Pilar de Torres se estaba haciendo mayor y hace 15 o 20 años Gerardo decidió terminar con su vida tirándose al río después de preguntar a un vecino si el río llevaba mucha agua por culpa de las lluvias. Encontraron su cuerpo ahogado a medio camino entre Margudgued y Ainsa.

Pocos años más tarde también falleció Pilar y con ella terminó la saga de Casa Torres.

Biden, Kamala o Trump

Una buena educación y sanidad públicas no son negociables. Un país donde solo pueden estudiar en la universidad las clases más pudientes o donde un cáncer te obliga a vender tu casa y a continuar trabajando para poder pagarte el tratamiento, no entiendo como puede etiquetarse como «el país de las oportunidades» o de la «libertad».

Biden ha renunciado hace un rato a presentarse a la reelección, menos mal, aunque no creo que tuviera ninguna posibilidad. Ha dejado en manos de Kamala Harris el disputarse la presidencia con el demonio sobre la tierra: Trump.

Tengo que decir que los tres me parecen de la misma calaña, representantes de la derecha más ultraortodoxa que puedas imaginarte, defensores de las clases, de la imagen pública por encima de todo y del vivir para trabajar. Y con todo, quizás Trump es el menos malo. El que menos se esconde, el más transparente, el que va de cara. El que símplemente no entiende porqué Estados Unidos tiene que gastarse tanto dinero en guerras que en el fondo ni le van ni le vienen.

Trump es el que es capaz de hablar y entenderse con Kim Jong-Un, con Xi Jinping, con Putin y con Maduro. Creo que es el único que entiende que la paz consiste en hablar y en ceder y que la guerra es una pérdida de tiempo y de dinero y en la que nunca hay vencedores (por favor, leed «Incierta Glória«).

Soy consciente de que este post va un poco a contracorriente y que puede ser controvertido: ¿Cómo puede alguien de izquierdas asegurar que Trump no es quizás el demonio al que el establishment internacional, con todos sus medios, desacredita todos los días?.

Ya vereis como Trump terminará con la guerra de Ucrania antes de Navidad. Y con sus muertos.

No me masacreis mucho, por favor.

Mercat del Prèssec d’Ordal

Durante los meses de junio, julio o agosto es imprescindible que visites el Alt Penedés y no por sus vinos o cavas sino por su fruta.

Puedes iniciar la visita en Sant Pau d’Ordal cualquier sábado o domingo de 9 a 2 de la tarde para comprar melocotones, paraguayos, nectarinas y patatas auténticas en el Mercat del Prèssec d’Ordal. De esas que nunca han estado en una cámara frigorífica ni embolsadas y que van directas del árbol a tus manos.

Melocotones, ciruelas y albaricoques del Penedés

Puedes continuar en coche a través de las suaves colinas rodeadas de viñas y bodegas, sin rumbo fijo y sin pisar demasiado la N-340, y maravillarte con los pequeños descubrimientos que harás: panaderías auténticas, fincas donde puedes comprar la fruta casi directamente del árbol, desayunos en una bodega (como en Albet i Noya) o puestos a pie de carretera con ciruelas que no ves en la ciudad.

Si quieres fruta realmente especial, te recomiendo ir a la tienda de Esteve. Digo tienda por llamarlo de alguna forma. Es un gran garaje con cajas de fruta, tomates, patatas y muchas más cosas, casi todas cultivadas por los dos hermanos que regentan el negocio. Podrás además darte una vuelta por el pueblo.

Tofu fermentado

Husmeando el otro día por un supermercado chino, compré un bote que no tenía ni idea que tenía dentro. Fue después cuando escaneé la etiqueta y me enteré de que contenía «tofu fermentado blanco». Y lo probé.

Tofu fermentado blanco

Tiene un sabor extraño y algo picante al pricipio y después se hace muy adictivo. Puedes comerlo como si fuera paté o como condimento en ensaladas, sopas o carnes. La verdad es que tiene un sabor muy característico, por decirlo de alguna forma, o sea que si no estás habituado a sabores nuevos, no lo pruebes.

A nivel nutricional, es todo un descubrimiento. Además de ser rico en proteínas, el hecho de que esté fermentado hace que sea especialmente interesante para la flora intestinal. Puedes comprarlo por menos de 3€ aquí.

Varios estudios en Japón han concluído que el consumo de soja fermentada disminuye el riesgo de muerte por problemas cardiovasculares en un 10-15%.

La decadencia de los restaurantes

Los restaurantes están en plena decadencia, al menos en Barcelona y Madrid aunque imagino que el resto de ciudades españolas deben seguir el mismo patrón.

En Barcelona es prácticamente imposible encontrar restaurantes auténticos en el Eixample, Poblenou, Ciutat Vella, Gràcia o en la zona de Paral.lel. Y aunque inicialmente alguien podría pensar que la culpa la tienen los turistas guiados por Tripadvisor o Google, la razón principal es que somos los usuarios autóctonos los que estamos acabando con los mejores restaurantes en Barcelona.

Lo que se lleva ahora son los restaurantes «modernos» que intentan fusionar lo infusionable, que te obligan a comer con la música a tope, que te cobran 6€ por un poco de pan con tomate en una especie de pan transparente, que te ponen mantequilla en la mesa, que te sirven las bebidas en jarras de flores y latas, que te hacen comer el arroz con tenedores de madera, donde se te ponen a bailar los camareros en medio de la cena, … todo muy trendy. Y eso por no hablar de la droga de moda, Instagram y algunas redes sociales, que están destruyendo el placer auténtico de comer y sustituyéndolo por fotos guays.

Cuando miras quienes son los propietarios, la fórmula es siempre la misma: jóvenes en sus 30s con MBA, con padres con dinero, habituados a la coca y a las camisas y a los que el mundo les ha hablado y creen que la mejor startup que pueden montar es un restaurante «canalla». Creedme, en 2 o 3 años ese restaurante ya habrá cerrado.

Y luego están sus menús: para morirse del aburrimiento. En todos siempre hay lo mismo: tataki de atún, pan de cristal, hamburguesas de carne mechada, steak tartar, tacos, cebiches, mucho aguacate, kale,…. por un simple bocadillo te cascarán 25 euros, eso sí, con la etiqueta de «street food».

Pero, no os preocupeis, no todo está perdido. Si quereis comer bien, no vayais por esas zonas, no os metais en la trampa de las luces y de las mesas de colores y de los DJs y de los menús guays. La esperanza se llama Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Les Corts, Sant Adrià, Sant Andreu. Nadie «super-trendy» en busca de fotos espectaculares de un ceviche montado encima de unas patatas paja con un huevo adornado con sucedaneo de trufa y terminado con un poco de vaca vieja.

Si quereis volver a sentir los sabores auténticos en plena calma siempre podeis ir al mejor polaco de les Corts, comer ceviche o anticucho real en el Mar Azul, volver a las tapas en el Al-Andalus de Pubilla Casas o el Luna de Cornellá, degustar un coreano sin guiris por al lado en el Kangnam de Sants, comer pizza auténtica en el De Angelis de Collblanc, disfrutar de Ecuador en la Olla Manabita, de la auténtica comida de mercado en la Bodega Aragall en Sant Ramón o de un buen gallego en el Foxos de la Verneda.

No esperes en ninguno de ellos grandes reviews, ni manteles ni buena iluminación ni en la mayoría de los casos cartas en inglés. Eso sí, la comida es auténtica, porciones normales y camareros simpáticos. Si vas a un ecuatoriano, colombiano, peruano o dominicano por Hospitalet, descubrirás su cocina autóctona rodeado de otros comensales de ese país. En el último en el que estuve con Pol y Blanca, un venezolano, recuerdo a la señora que regentaba el local preguntarme que de donde era, que si era catalán y que raro que estuviera ahí, que no solía ser normal clientes no venezolanos en su mesa. Eso es lo que busco.

En los restaurantes auténticos, el servicio no es especialmente el más eficiente ni el más rápido pero… ¿eso de verdad importa cuando tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de una buena cena entre familia o amigos? No hay nada más odioso que los restaurantes con «doble turno» donde te fijan la hora de comienzo y fin de tu cena. De verdad que se me atragantan.

En resumen, déjate la camisa y tus sneakers pijas en casa y sal a descubrir la ciudad. Déjate también el teléfono y símplemente retorna al imperio de los sentidos verdaderos, el de los torreznos, el del choclo, el de los tomates que nunca han estado en una nevera, el del guiso de pollo sin avecrem y el de las acelgas en vez del duro e inmasticable kale.

La licencia de pesca en Aragón

Para poder pescar truchas (o barbos o madrillas) en los ríos de Aragón necesitarás la licencia de pesca y para obtenerla casi estar en posesión del título de ingeniero aeroespacial y tener los niveles de paciencia muy altos.

El formulario de solicitud de la Licencia de Pesca está accesible desde este link y lo primero que tienes que hacer es completar los datos de acceso con el enigmático «IDESP/IXESP» que después de más de 30 años por Internet, es la primera vez que veía. Lo mejor de esta primera parte del formulario es que el ejemplo que ponen de IDESP es de un DNI con formato antiguo (!!).

Después de un par de pantallas más iniciaremos el proceso de pago en el que es importante recordar que una vez completado, tendremos, que descargarnos el justificante de pago, que es al final la «Licencia» que debemos mostrar a la Guardia Civil o al Agente Forestal cuando nos aparezcan mientras estemos en plena pesca.

Licencia de pesca para Aragón

Recordad que para truchas están prohibidos los cebos naturales, vivos o muertos, tales como dragas y lombrices y que solo se permiten los artificiales tipo mosca, línea de mosquitos (técnicamente llamado «buldó con línea de ninfas») y cucharilla entre otras.

Si os quereis comer las truchas solo podreis pescar en los tramos de «Libre extractivo aguas trucheras» y en esta página encontrareis los mapas de todas las cuencas fluviales de la región para el año 2024.

Lotería o la cultura del esfuerzo

Siempre me ha fascinado el sueño de hacerse rico comprando un décimo de lotería o un número de la ONCE. Mucha gente aspira a ganar una ingente cantidad de dinero invirtiendo solamente 6 o 12 o 20€ y un par de minutos de su vida. Con las quinielas, aun podría entender un cierto grado de ciencia aplicada para intentar adivinar los resultados de los partidos o quizás conociendo la trayectoría de cada equipo en la liga pero… en la lotería, no. Absultamente no.

Si te paras algún dia a mirar el tipo de personas que hacen cola ante las administraciones de lotería, el perfil es siempre el mismo. Gente que no sabe absolutamente nada de estadística y que aspiran a que «un golpe» de suerte les haga ganar mucho dinero. A pocos de esos que hacen cola se les ha ocurrido pensar que hay otras formas de ganar dinero como estudiar durante 3 o 4 años, cambiar de profesión, arriesgar un poco cambiando de empleo o símplemente aprender idiomas o irse una temporada a algún otro país donde las oportunidades (y los salarios) sean mayores. Es demasiado trabajo o tiempo. La solución fácil es gastarse 20€ y esperar a la suerte.

En general, la cultura del esfuerzo y su expansión parece que no es algo que le interese a ningun gobierno, los cuales prefieren continuar generando ingresos con sus loterías antes que lanzar campañas para que sus ciudadanos se formen, estudien y tomen riesgos para crear un país más competitivo.

Por favor, deteneos un día delante de una administración de lotería y contemplad a la gente durante 20 o 30 minutos.