Un durum en Newcastle

He llegado hoy a las ocho y pico de la tarde a Newcastle y entre pitos y flautas estaba en el hotel a las nueve, una hora demasiado tarde para salir a cenar por lo que he dado una vuelta por la ciudad y me he topado con un sitio de kebabs.

Tengo que decir que los durums son una de mis comidas favoritas por lo que he decidido cogerme uno y comérmelo en el hotel tranquilamente. El sitio, en Newgate Street, se llama Yummies y la verdad es que sacaba bastante buena pinta.

El encargado hablaba un inglés bastante limitado y encima con acento norteño con lo que la comunicación ha sido complicada. Me ha dicho si quería el durum con patatas o con ensalada y le he dicho con patatas y cuando me lo trae resulta que las había puesto dentro del wrap. Es decir, que en vez de ponerme lechuga y tomate junto a la carne, me ha puesto patatas fritas.

¿En que cabeza cabe el poner patatas fritas dentro de un durum? Esto está a la altura de ponerle chorizo a la paella y explica en cierta manera la decadencia culinaria en la que se está sumiendo Inglaterra y que hace que proliferen como nunca los obesos y los borrachos o una combinación de ambos.

Al final, tengo que decir, que no estaba malo pero he echado de menos la ensalada y la salsa de yogur. Eso sí, el tio me ha puesto tanto picante que me he tenido que beber como 2 litros de agua.

La Mezquita Azul de Yerevan

Pese a que en Armenia no hay prácticamente musulmanes, en su capital, Yerevan, sobrevive la magnífica Mezquita Azul, construída en 1766 y renovada hace tan solo 20 años con fondos iraníes.

Mezquita Azul en Yerevan

En Yerevan, antes de que la Unión Soviética extendiera sus tentáculos sobre ella, la comunidad islámica era importante y llegaron a existir hasta 20 mezquitas que fueron sistemáticamente demolidas durante la primera mitad del siglo XX.

La Mezquita Azul se encuentra en el centro de la ciudad y ofrece un oasis de paz y tranquilidad a los visitantes que se acercan a sus jardines y fuentes centrales.

Mezquita Azul en Yerevan

Vale la pena visitar el complejo y entrar en la mezquita para entender esta importante parte de la historia armenia y admirar la voluptuosidad de su fachada y del único minarete que permanece en pie de los cuatro que existían cuando fue construída. El complejo está compuesto de 28 salones y un patio central.

¿Qué pasa con los armenios?

Además de visitar Georgia, este verano también he estado en Armenia: unos cinco días en Ereván y sus alrededores, además de atravesar medio país en coche desde la frontera de Guguti.

Armenia es un país mayoritariamente cristiano y está considerada como la primera nación del mundo en adoptar esta religión en el año 301. Esto por si solo no deberia explicar la antipatía que genera en una zona rodeada por países mulsulmanes como Azerbajan, Irán y Turquía, ya que Georgia es también cristiana y está en un situación muy diferente.

El pueblo armenio, al igual que el judío, forman parte de una tradición muy antigua que se remonta al siglo VI antes de cristo y que a lo largo de su historia ha gozado de momentos intermitentes de independencia. Durante dos milenios, han sido invadidos y desplazados varias veces, creando y manteniendo unos vínculos familiares y culturales muy fuertes ahí donde se encontraban.

Este hecho facilitó que las etnias armenias prosperaran en Estambul (no en el resto del Imperio Otomano) y que rápidamente se convirtieran en una especie de élite adinerada que generó envidias y un sentimiento anti-armenio por el hecho de ser «extrangeros cristianos» en un país musulmán donde cada vez tenían más poder y controlaban más estamentos. Fuera de la capital, en cambio, los armenios vivían en condiciones de pobreza y tratados como ciudadanos de segunda categoría.

Este hecho por si solo puede explicar el genocidio armenio perpetrado por el Imperio Otomano entre 1915 y 1923, en los albores de la creación de la actual Turquía, donde se estima que murieron alrededor de 1,5 millones de personas en un afán por eliminar a los infieles al Islam.

Tsitsernakaberd – Monumento a las víctimas del Genocidio Armenio en Ereván

Mi experiencia con los armenios durante estos cinco días ha sido buena. Es cierto que son bastante antipáticos y poco o nada amigables pero su comportamiento ha sido siempre muy correcto. La capital es moderna con un fuerte impacto soviético y con vistas exectaculares al Monte Ararat, de 5.137 m. en Turquía, donde se supone que se detuvo el Arca de Noé en el diluvio universal cuando las aguas comenzaron a descender.

Hoy en día existen comunidades armenias en muchos países del mundo pero principalmente en Rusia, Europa, Estados Unidos, Irán, Ucrania, Georgia, Líbano y Siria, debido a la gran diáspora armenia que comenzó en 1375 con la conquista del Reino Armenio de Silicia y que puede explicar que solamente 3.300.000 de los 12.000.000 de armenios vivan en la actual República de Armenia.

Tiflis (o Tbilisi)

Este verano he estado por Georgia, en el cáucaso, y como no en su capital, Tbilisi (Tiflis en español).

El que era hace 20 años el país más peligroso de Europa, hoy en día es un remanso de paz y tranquilidad por el que te puedes mover sin ningún tipo de problema en su capital y tambien fuera.

Llegué a Tiflis pensando que iba a ser el único turista y cual fue mi sorpresa al descubrir que chinos, rusos, indios, turcos, árabes y kazajos lo tenían medio «invadido» con sus cámaras fotográficas en una capital que no decepciona y que tienes multitud de rincones, museos y espacios que hay que visitar.

Fundada en siglo V, se convirtió rápidamente en un punto geoestratégico de la ruta de la seda reconvertida hoy en día en un importante cruce de gasoductos provinentes de Irán y Azerbajan.

El casco antiguo de Tiflis es una de sus joyas principales, salpicado por cientos de restaurantes y bares y agitado al anochecer por una vibrante multitud de jóvenes respira vida y energía. Desde la Fortaleza de Narikala (del siglo IV), la vista de la ciudad es impresionante igual que el fluir tranquilo del río Kura, el Puente de la Paz o el Parque Rike.

Vista de Tiflis y del rio Kura desde la Fortaleza de Narikala

Desde Tiflis hay multitud de tours de un día para ir a los picos más elevados del Cáucaso de más de 5.000 metros, visitar sus decenas de monasterios ortodoxos o degustar vino en las importantes zonas de producción vinícola de Georgia.

Eso sí, en verano hace mucho calor con temperaturas que llegan hasta los 45 grados con facilidad aunque sin humedad. La gente es un poco rancia pero correcta y pese a que pocos hablan inglés, no tuve ningún problema para entenderme y que me dieran de comer cada día.

Plaza Europa de Tiflis

Georgia tiene algunas disputas con Rusia en los territorios de la autoproclamada República de Abjasia, en el oeste, y en Osetia del Sur en su frontera norte. Ambas regiones, en territorio georgiano, son independientes de facto aunque no están reconocidas por más de 4 o 5 países en el mundo. Este hecho explica la total animadversión hacia Rusia pese a que es una de sus principales fuentes de ingresos por turismo y las fronteras están abiertas para transitar entre los dos países.

Moldavia

Hace unas semanas estuve en Moldavia, mi país número 74. Entré al país desde Rumania por la frontera de Iasi porque me habían cancelado el vuelo a Chisinau por su cercanía a Ucrania y no había otro remedio si quería visitarlo.

Ciertamente no es un país que atraiga a muchos turistas, de hecho yo creo que actualmente no atrae a ninguno pese a que tiene mucho que ofrecer, es muy seguro y sobre todo muy barato. Moldavia es un país de vino, con muchas bodegas, cultivos y naturaleza.

Monasterio de Capriana, Moldavia
Parlamento de Moldavia en Chisinau
Yo en Chisinau, la capital de Moldavia
Jardines de Esteban el Grande en Chisinau

La capital, para ser honestos, es bonita pero algo «austera». Pese a lo que podría pensarse, es una ciudad moderna y limpia, con restaurantes, parques y algunos edificios antiguos que recuerdan su pasado soviético.

Por fin en el Puente de Morillo

Después de muchos años intentando visitarlo, hace un par de semanas conseguí llegar a unos de los lugares más bonitos del Pirineo Aragonés: el Puente de Morillo sobre el río Yesa.

Puente de Morillo sobre el río Yesa

Lo cierto es que no hay prácticamente nada de documentación sobre este magnífico puente y como que mis conocimientos para datar edificaciones e infrastructuras son bastante nulas me quedaré con las ganas de saber algo de su historia. Lo que sí parece claro es que debe tener unos cuantos cientos de años de antigüedad.

Puente de Morillo sobre el río Yesa

Para llegar hasta el puente, tienes que estar un poquito en forma. La manera más fácil es coger una pista forestal que sale de Boltaña justo antes de llegar al cementerio saliendo de la Plaza Mayor y conducir hasta el cruce que marca «San Pietro». Necesitarás un 4×4 o al menos un coche alto y conducir unos 30 o 40 minutos. A partir de ahí, hay que continuar caminando, atravesar el pueblo de San Pietro (o Sampietro) y después de unos 45 minutos llegar al fondo del barranco de Yesa por donde cruza el puente. La vuelta será algo dura porque hay mucha subida o sea que llévate agua.

También hay otra forma de llegar que es desde Buerba, pero no he ido nunca desde ahí pero para llegar el camino es más largo porque hay que cruzar en coche todo el valle de Añisclo.

La Iglesia de Anciles

Hace unos días, casi por casualidad, descubrí Anciles, un pequeño y espectacular pueblo en la provincia de Huesca perteneciente al municipio de Benasque en los Pirineos.

Además de sus pequeñas calles y sus majestuosos palacios y casas solaniegas su mayor sorpresa es la iglesia románica de San Pedro Apostol reformada en el siglo XVII y que en su parte interior esconde lo que en su día fue el cementerio del pueblo con algunas lápidas en el suelo de casi 200 años de antigüedad.

Sin duda, merece una visita si estás por la zona y no quieres perderte uno de los pueblos más bonitos y auténticos del Pirineo.

Olèrdola

Esta mañana hemos estado visitando la Montaña de Olérdola, a unos 30-40 minutos de Barcelona, desde la que podemos viajar desde la prehistoria a la vieja ciudad medieval pasando por la impresionante fortificación romana y por el viejo poblado íbero.

La visita da para una mañana y la verdad es que hay numerosos puntos que merecen un buen rato como la cisterna romana y su sistema de captación de agua, la muralla romana o la iglesia de Sant Miquel junto a su necrópolis.

Las vistas a los viñedos del Penedés y al mazizo del Garraf desde los puntos más altos de la montaña también son dignos de mención aunque sin duda alguna uno de los puntos fuertes de la visita es la Iglesia de Sant Miquel, consagrada en el 992, y rodeada de una necrópolis utilizada para realizar enterramientos durante más de 1000 años.