Los 6 principios japoneses

La verdad es que estos 6 principios supuestamente japoneses son una adaptación moderna del budismo y no necesariamente ligados a la cultura japonesa aunque sí la identifican bastante bien:

    • Ikigai: Debes encontrar siempre tu propósito u objetivo en la vida.
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    • Shikita Ga Nai: Acepta y deja ir. Cuando hay algo que no puedes cambiar, porque ha sucedido ya o porque símplemente es superior a ti, acéptalo y sigue tu camino.
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    • Wase-Sabi: Encuentra la paz en las imperfecciones. No intentes tenerlo todo bajo control o tener una vida perfecta porque eso no existe. Se feliz con las imperfecciones porque eso hace única nuestra existencia.
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    • Gaman.Preserva tu dignidad siempre. Es uno de los principios más poderosos, el de la perseverancia, el auto-control, la paciencia y la resiliencia. Es la gran diferencia entre las personas que alcanzan sus objetivos y los que no.
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    • Oubaitori: No te compares. Sigue tu camino sin mirar a los otros intentándote comparar y ser «mejor». Se tu mismo y acéptate.
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    • Kaizen. Mejora constantemente. Las pequeñas mejoras y cambios cada día son la mejor forma de alcanzar nuestro propósito en la vida, poco a poco, paso a paso.

En cierta manera estos 6 principios son una nueva aproximación, esta vez oriental, a la búsqueda de felicidad en la vida.

Cómo vivir para siempre

Para vivir eternamente solo son necesarias dos condiciones esenciales que invitan a la reflexión sobre los límites de la vida y la existencia:

      • Vivir mientras estás vivo. No es ningún secreto que mucha gente no sabe vivir. Sobre la felicidad se han escrito ríos de tinta, como el Ser Feliz, la Teoría de la Disruptividad o Las 8 Claves para ser feliz, y sin embargo ahí tenemos a media humanidad, sobre todo en los países más ricos, sin saber que hacer para tener una vida plena y ser feliz. Hay pocos secretos para ello: comer bien, hacer ejercicio, tener metas, olvidarse de las redes sociales (y especialmente de Instagram), estar socialmente conectado, romper con lo que no te hace feliz (y con la gente «consumidora de energía») y no tomarse las cosas demasiado en serio.
      • Dejar algo que perdure más allá de tu muerte física. Esto es lo más importante si quieres vivir para siempre y además es lo que puede dar sentido a tu vida mientras estás vivo. Básicamente se trata de tener claro el legado que quieres dejar y durante cuanto tiempo quieres que perdure. En mi caso particular son mis hijos, la historia escrita y documentada de la familia (con árbol genealógico y miles de fotos incluído), escribir un libro y dejar una casa en el pueblo donde nació mi padre.

Parece fácil, ¿no?. Hay muchas personas que siguen entre nosotros después de dejarnos y aunque no pretendo estar a su nivel, solo por citar algunas, diré Albert Einstein, Jesucristo, Mahoma, Gandhi, Darwin, Buda y Freud. También hay otras que siguen muy vivas, y que no deberían estarlo, como Hitler, Franco, Stalin o Kennedy (que fue el impulsor de la guerra de Vietnam y de la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba).

Pol y Blanca hace unas semanas en el CosmoCaixa en Barcelona, siendo felices.

Ser feliz

Hace ya más de 16 años que sinteticé Las 8 Claves para ser Feliz y desde entonces he evolucionado bastante el pensamiento hasta llegar a una conclusión que permite explicar de forma sencilla el camino a la felicidad.

La felicidad es la ausencia de preocupaciones.

Fácil, ¿no?. Ya solo queda entonces aprender a eliminar nuestras preocupaciones o a gestionarlas de forma que no sean tales.

En mi caso particular es un poco más fácil porque siempre aplico un par de reglas clave:

    • Relativizar los problemas. Si puedes solucionarlos, los solucionas y si no puedes, símplemente, ignóralos. Vamos, que hay que ser un poco más pasotilla si quieres ser feliz.
  1.  
    • Preocuparse a su debido tiempo. Si vas a tener un problema en 3 meses, ya te preocuparás o lo solucionarás cuando llegue. No vale la pena comenzar a preocuparte antes. Esta regla está intimamente ligada con el concepto de «no hagas hoy algo que puedas hacer mañana».

En general, la gente más feliz no se estresa si llega justa al aeropuerto, cuando se acerca la fecha de entrega de la declaración de la renta, cuando no te suben el sueldo ni te promocionan o cuando tus amigos no te han invitado a una cena, símplemente por citar algunos ejemplos.

¿Como es un sábado perfecto?

El sábado, por defecto, es el mejor día de la semana por antonomasia. Y en mi caso, aun puede ser más perfecto si soy capaz de prepararme una buena comida en casa y echarme una siesta en la cama, con pijama y las persianas bajadas, de no menos de dos horas.

La comida presiesta es clave y tiene que hacerse en casa. No sirve en un restaurante porque nada está más bueno que lo que te has cocinado tu mismo.

Uno de mis menús preferidos es pasta con rovellones, rosinyols, galeras e hígado de bacalao. La pasta tiene que ser fusilli, radiatori o casarecce porque su textura es más gruesa y además el sabor se impregna mucho más que en los clásicos macarrones o espaguetis.

Las setas (rovellones y rosinyols) tienen que ser frescas y no tienen que cocerse demasiado. Lo mismo aplica a las galeras. En la salsa puedes ponerle un poco de tomate pero sin excesos. Obviamente, ni queso y mucho menos nata. El perejil y la pimienta negra le darán un toque final excepcional al plato con la pasta al dente donde la estrella es el hígado fresco de bacalao que puedes comprar en cualquier pescadería y tiene que estar cortado en dados no muy pequeños (un centímetro).

Quizás con un poco de vino y agua, y directo a la cama a hacer la siesta.

Teoría de la Disruptividad, revisada

Hace ya 14 años que publiqué la Teoría de la Disruptividad para sentirte vivo todos los días de tu vida y no acabar sumido en la desgracia y la grisicitud. Y ha llegado el momento de revisarla y mejorarla.

    • Cada día, haz algo disruptivo y nuevo. Por ejemplo, ir al trabajo por una calle distinta o comprar algo nuevo en el supermercado.
    • Cada semana, haz algo épico y que te ponga a prueba. Por ejemplo, subir un pico, cruzar tu ciudad andando o sacarte el carnet de moto.
    • Cada mes, haz algo memorable que perdure en el tiempo. Por ejemplo, terminar el árbol genealógico de tu familia, reconectar con tu novia de hace 25 años o hacer un ironman.
    • Cada año, haz algo imposible. Convierte en posible lo imposible. Haz una lista de cosas totalmente imposibles de conseguir y que desees, elije una y revierte su naturaleza, conviértela en realidad.

El nuevo punto añadido es el último y es probablemente el generador de felicidad más importante ya que cuando crees que puedes hacer cosas imposibles, el mundo nunca más vuelve a ser la misma mierda aburrida y depresiva que vive el 99% de la gente.

Reciclaje y Felicidad

Durante algo más de 3 meses he mantenido abierta una encuesta que lancé en Twitter en abril para estudiar la correlación entre el nivel de reciclaje y el de felicidad de las personas.

La encuesta contenía dos preguntas simples: ¿Cual es tu nivel de felicidad (1-10)? y ¿Como reciclas en casa (6 opciones)?. Con algo más de 300 respuestas, los resultados obtenidos son bastante interesantes:

    • La norma general seguida por el 94% de las respuestas es que por encima de un nivel de felicidad de 8, los encuestados reciclan utilizando 4 cubos o más (vídrio, papel, embases y orgánico).
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    • El 86% de los encuestados con niveles de felicidad por debajo de 6, no reciclan nada o lo hacen solo con dos cubos como máximo.
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    • El 71% de los infelices por debajo de 3 no reciclan.

Antes estos resultados tan contundentes la pregunta que cabe hacerse es si los que reciclan se vuelven felices o son los ya felices lo que sienten los impulsos recicladores en su interior.

En todo caso, si quieres ser más feliz, recicla.

Principio 1: Ser amable con la vida

Ahora que tengo niños y que siento y pienso muchas cosas por primera vez, tengo claro que el mayor regalo que puedo darles es asentar sólidos principios para que les acompañen durante toda su vida. No creo que haya nada más importante que pueda darles; ni bienes ni conocimientos ni experiencia porque unos buenos principios pueden hacerlos autosuficientes para adquirir los tres, para rehacerse ante problemas y para cambiar sus vidas cuantas veces quieran.

Uno de esos principios es la amabilidad con la vida: dar sin esperar nada a cambio bajo la premisa de que si toda la humanidad hiciera lo mismo seríamos capaces de tener un mundo mejor. A nivel práctico esto es lo que significa:

      • Reciclar. Adquirir el hábito de reciclar cada día separando la basura que generamos y depositándola en el contenedor correspondiente.
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      • No ensuciar la ciudad o el bosque. No tirar porquería al suelo y si se nos cae algo recogerlo y echarlo en una papelera o contenedor.
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      • No desperdiciar recursos. No malgastar el agua y la electricidad, no tirar comida, no dejarse nada en el plato, no comprar cosas que luego no utilizas,…
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      • Ayudar a otros. Hay mil formas de ayudar desinteresadamente a otros. Por ejemplo, ayudar a cruzar la calle a un ciego, ayudar a un viejecito a llevarle la bolsa de la compra, contribuir para una ONG,…
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      • Pagar impuestos. Aunque hay mil opciones y tentaciones para defraudar a Hacienda, es importante no hacerlo y pagar lo que debemos aunque otros no lo hagan: pagar y cobrar IVAs en tus servicios, declarar bienes en el extrangero, renunciar a ingeniería fiscal ilícita,…
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      • No matar animales por diversión. No estoy hablando de ser vegano o vegetariano sino de no andar por ahí matando arañas y hormigas. De no fomentar los toros, de no maltratar perros y gatos y de ayudar a cualquier animal que pueda necesitarnos.

De hecho, creo que este es el principio que está más íntimamente conectado con nuestra felicidad.

En busca de mi Ikigai

«Ikigai» es un término japonés que significa algo así como «un motivo para existir y ser» y es la palabra más utilizada por los centenarios japoneses cuando se les pregunta sobre porqué se levantan todas las mañanas.

Se basa en cuatro conceptos principales que son (1) lo que amas, (2) en lo que eres bueno, (3) aquello que haces y por lo que alguien está dispuesto a pagar y (4) lo que el mundo necesita. Solamente a través del balance de estas cuatro variables se consigue la plenitud del Ikigai.

Probablemente, la más controvertida es la número 3 (aquello que haces y por lo que alguien está dispuesto a pagar) pero como ya decía hace unos años, resulta difícil ser feliz si no tienes dinero.

Las cuatro variables del Ikigai y las consecuencias de no estar en el centro

En el gráfico de arriba se muestran cláramente las consecuencias de no estar en el centro del perfecto balance entre las cuatro variables: inutilidad, tristeza, pobreza y mediocridad. Si te quedas fuera de los cuatro círculos principales entonces es que lo tienes todo pero dudo mucho que realmente haya alguien en el mundo que no pueda encontrar ninguna de las cuatro variables en él.

En el libro «Ikigai: Los secretos de Japón para una vida larga y feliz» hay cuatro preguntas para iniciarse en esa búsqueda del Ikigai y que voy a intentar autoresponderme:

      • ¿Cual es mi elemento natural? Me siento cómodo delante del ordenador, solo, durante horas pero también con gente pero sobretodo viajando y descubriendo cosas y lugares nuevos todos los días.
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      • ¿Con qué actividades se me pasa el tiempo volando? Estudiando la genealogía de mi familia, escaneando documentos antiguos, corriendo o yendo en bicicleta, comiendo, creando cosas nuevas, estudiando  en profundidad temas que me apasionan, subiendo picos (no muy altos) y enseñando o explicando cosas a otros.
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      • ¿Qué me resulta fácil hacer? Hablar en público, estar y hablar con gente, estar concentrado en algo concreto y que me guste durante muchas horas seguidas, resolver problemas y estar bien conmigo mismo en situaciones tristes o de stress.
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      • ¿Qué me gustaba cuando era niño? Coleccionar sellos y monedas, hablar por mi emisora de radioaficionado, leer y escribir, dibujar planos inventados, pescar en el río, estar en la naturaleza, ir a buscar mejillones y almejas al mar, ir a por setas a la montaña, pasarme horas creando construcciones con el Exin Castillos y jugar a «policías y ladrones». Tengo bastantes cosas más pero sería muy largo…

En cierta forma, la búsqueda del Ikigai japonés me ha recordado al Hygge danés aunque tienen pocos puntos en común lo que me hace pensar que combinarlos podría ser una buena opción.