Mercat del Prèssec d’Ordal

Durante los meses de junio, julio o agosto es imprescindible que visites el Alt Penedés y no por sus vinos o cavas sino por su fruta.

Puedes iniciar la visita en Sant Pau d’Ordal cualquier sábado o domingo de 9 a 2 de la tarde para comprar melocotones, paraguayos, nectarinas y patatas auténticas en el Mercat del Prèssec d’Ordal. De esas que nunca han estado en una cámara frigorífica ni embolsadas y que van directas del árbol a tus manos.

Melocotones, ciruelas y albaricoques del Penedés

Puedes continuar en coche a través de las suaves colinas rodeadas de viñas y bodegas, sin rumbo fijo y sin pisar demasiado la N-340, y maravillarte con los pequeños descubrimientos que harás: panaderías auténticas, fincas donde puedes comprar la fruta casi directamente del árbol, desayunos en una bodega (como en Albet i Noya) o puestos a pie de carretera con ciruelas que no ves en la ciudad.

Si quieres fruta realmente especial, te recomiendo ir a la tienda de Esteve. Digo tienda por llamarlo de alguna forma. Es un gran garaje con cajas de fruta, tomates, patatas y muchas más cosas, casi todas cultivadas por los dos hermanos que regentan el negocio. Podrás además darte una vuelta por el pueblo.

Tofu fermentado

Husmeando el otro día por un supermercado chino, compré un bote que no tenía ni idea que tenía dentro. Fue después cuando escaneé la etiqueta y me enteré de que contenía «tofu fermentado blanco». Y lo probé.

Tofu fermentado blanco

Tiene un sabor extraño y algo picante al pricipio y después se hace muy adictivo. Puedes comerlo como si fuera paté o como condimento en ensaladas, sopas o carnes. La verdad es que tiene un sabor muy característico, por decirlo de alguna forma, o sea que si no estás habituado a sabores nuevos, no lo pruebes.

A nivel nutricional, es todo un descubrimiento. Además de ser rico en proteínas, el hecho de que esté fermentado hace que sea especialmente interesante para la flora intestinal. Puedes comprarlo por menos de 3€ aquí.

Varios estudios en Japón han concluído que el consumo de soja fermentada disminuye el riesgo de muerte por problemas cardiovasculares en un 10-15%.

La decadencia de los restaurantes

Los restaurantes están en plena decadencia, al menos en Barcelona y Madrid aunque imagino que el resto de ciudades españolas deben seguir el mismo patrón.

En Barcelona es prácticamente imposible encontrar restaurantes auténticos en el Eixample, Poblenou, Ciutat Vella, Gràcia o en la zona de Paral.lel. Y aunque inicialmente alguien podría pensar que la culpa la tienen los turistas guiados por Tripadvisor o Google, la razón principal es que somos los usuarios autóctonos los que estamos acabando con los mejores restaurantes en Barcelona.

Lo que se lleva ahora son los restaurantes «modernos» que intentan fusionar lo infusionable, que te obligan a comer con la música a tope, que te cobran 6€ por un poco de pan con tomate en una especie de pan transparente, que te ponen mantequilla en la mesa, que te sirven las bebidas en jarras de flores y latas, que te hacen comer el arroz con tenedores de madera, donde se te ponen a bailar los camareros en medio de la cena, … todo muy trendy. Y eso por no hablar de la droga de moda, Instagram y algunas redes sociales, que están destruyendo el placer auténtico de comer y sustituyéndolo por fotos guays.

Cuando miras quienes son los propietarios, la fórmula es siempre la misma: jóvenes en sus 30s con MBA, con padres con dinero, habituados a la coca y a las camisas y a los que el mundo les ha hablado y creen que la mejor startup que pueden montar es un restaurante «canalla». Creedme, en 2 o 3 años ese restaurante ya habrá cerrado.

Y luego están sus menús: para morirse del aburrimiento. En todos siempre hay lo mismo: tataki de atún, pan de cristal, hamburguesas de carne mechada, steak tartar, tacos, cebiches, mucho aguacate, kale,…. por un simple bocadillo te cascarán 25 euros, eso sí, con la etiqueta de «street food».

Pero, no os preocupeis, no todo está perdido. Si quereis comer bien, no vayais por esas zonas, no os metais en la trampa de las luces y de las mesas de colores y de los DJs y de los menús guays. La esperanza se llama Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Les Corts, Sant Adrià, Sant Andreu. Nadie «super-trendy» en busca de fotos espectaculares de un ceviche montado encima de unas patatas paja con un huevo adornado con sucedaneo de trufa y terminado con un poco de vaca vieja.

Si quereis volver a sentir los sabores auténticos en plena calma siempre podeis ir al mejor polaco de les Corts, comer ceviche o anticucho real en el Mar Azul, volver a las tapas en el Al-Andalus de Pubilla Casas o el Luna de Cornellá, degustar un coreano sin guiris por al lado en el Kangnam de Sants, comer pizza auténtica en el De Angelis de Collblanc, disfrutar de Ecuador en la Olla Manabita, de la auténtica comida de mercado en la Bodega Aragall en Sant Ramón o de un buen gallego en el Foxos de la Verneda.

No esperes en ninguno de ellos grandes reviews, ni manteles ni buena iluminación ni en la mayoría de los casos cartas en inglés. Eso sí, la comida es auténtica, porciones normales y camareros simpáticos. Si vas a un ecuatoriano, colombiano, peruano o dominicano por Hospitalet, descubrirás su cocina autóctona rodeado de otros comensales de ese país. En el último en el que estuve con Pol y Blanca, un venezolano, recuerdo a la señora que regentaba el local preguntarme que de donde era, que si era catalán y que raro que estuviera ahí, que no solía ser normal clientes no venezolanos en su mesa. Eso es lo que busco.

En los restaurantes auténticos, el servicio no es especialmente el más eficiente ni el más rápido pero… ¿eso de verdad importa cuando tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de una buena cena entre familia o amigos? No hay nada más odioso que los restaurantes con «doble turno» donde te fijan la hora de comienzo y fin de tu cena. De verdad que se me atragantan.

En resumen, déjate la camisa y tus sneakers pijas en casa y sal a descubrir la ciudad. Déjate también el teléfono y símplemente retorna al imperio de los sentidos verdaderos, el de los torreznos, el del choclo, el de los tomates que nunca han estado en una nevera, el del guiso de pollo sin avecrem y el de las acelgas en vez del duro e inmasticable kale.

Vino Celler Sampietro 2003

Mi padre, Alberto Sampietro Garcés, tenía un pequeño trozo de huerto donde cultivaba algunos árboles frutales, patatas, verduras y uva. Yo creo que no tendría más de 10 o 15 vides pero eran suficientes para cada año hacer varias botellas de vino totalmente artesanal y ecológico.

Conseguí rescatar esta antigua botella hace ya algunos años. Es de la vendimia de 2003 y el tipo de uva es Xarel.lo y Garnatxa. El huerto está ubicado en el término municipal de Castellet i la Gornal, en el Alt Penedés, en el límite de la provincia de Barcelona y a menos de un kilómetro de la de Tarragona. La ubicación del terreno donde se cultivó la uva de este vino se puede ver en Google Maps aquí.

El prensado de la uva fue realizado manualmente utilizando sacos de patatas donde dentro de los cuales se ponía la fruta y se retorcía hasta que todo el mosto se había extraído. En otras ocasiones también pisábamos la uva con los pies, a la vieja usanza, y de hecho por algún lado hay una foto de mis sobrinas en pleno proceso.

Esta mañana me he dedicado a «restaurar» la etiqueta antes de que se rompa del todo. Básicamente la he forrado con celo.

La mermelada de mi madre de 2013

A mi madre le encantaba cocinar y preparar conservas y entre sus hobbies estaban el de hacer mermeladas con las frutas que recogíamos del pequeño huerto que teniamos (y que aun tengo) en Gornal.

Mi madre, y nuestra familia en general, era una gran consumidora de azucar y de pequeños solíamos ir a Andorra dos o tres veces al año para comprar cosas baratas y entre ellas sacos de 10 kgs de azucar. Esto lo cuento porque mi madre no concebía la posibilidad de hacer mermeladas sin añadirle azucar en grandes cantidades.

Por eso, cuando me daba mermelada siempre le decía que no le pusiera azucar porque era excesivamente dulce para mi. Obviamente, a mi madre esto le parecía la cosa más extravagante del mundo.. ¿Como no ibas a poner azucar en la mermelada?.

Mermelada de manzana sin azucar

En 2013, mi madre me dió un bote de mermelada «sin azucar» que aun conservo. Probablemente ya esté bastante mal después de 11 años aunque quien sabe cuanto aguantaba el «baño maría» al que mi madre sometía sus conservas.

En todo caso, continuaré guardando la mermelada como recuerdo. Obsérvese el cambio de color que ha tenido cuando lo comparamos con la foto que le hice en 2017.

Sobre los Spaghetti

A estas alturas yo creo que ya nadie duda de que el tipo y forma de la pasta es crucial para realizar un buen plato: unos penne rigate no son lo mismo que unos macarrones, obviamente.

Esto lo digo porque los spaghetti me cuestan un poco y desde luego no están entre mis pastas favoritas. Hay un par de razones para ello.

La primera, y la más importante, es que es una pasta a la que le cuesta absorber sabores y a la que las salsas no suelen pegarse a no ser que sean muy grasosas o aceitosas. El no tener surcos ni huecos (como las espirales) hace que las salsas ligeras, que son las que más me gustan, no se adhieran.

Y la segunda razón es más logistica. Antes de nada diré que dos pecados capitales por los que alguien debería ir a la cárcel son utilizar una cuchara para comer los spaghetti y la más grave, casi rozando la pena capital, cortarlos con cuchillo. ¿Qué puedes esperar de alguien así?.

El tema es que he hecho un cálculo de probabilidades que después he comprobado en un experimento científico con 22 platos de spaghetti en 22 días distintos y la conclusión es que la probabilidad de que te manches para un plato de unos 150 gramos de pasta fresca es de un 38%. Esto significa que al menos una de cada 3 veces que comas spaghetti te mancharás la camisa o lo que lleves puesto en ese momento.

Eso ya de por sí, los imposibilita para pedirlos en un menú de mediodía en la oficina, lo cual no es un problema porque yo nunca como pasta fuera de casa a no ser que sea en unos pocos restaurantes en Barcelona o en Italia. Pero como que tampoco me gusta ensuciarme en casa, tampoco suelo hacerlos a menudo.

¿Alguna opinión en contra o a favor?.

Comprar buena fruta

La regla básica a la hora de comprar fruta es evitar los establecimientos donde se ha usado o usa cámara frigorífica y por supuesto las ceras, esas que hacen que las manzanas parezcan que hayan salido de una película de Disney de lo tanto y tanto que llegan a brillar y que después necesitas 2 litros de agua para limpiarlas.

Los grandes centros comerciales como Carrefour, Mercadona y Auchan son grandes compradores de fruta y verdura y lo hacen donde la encuentran más barata: en Lleida, en Almería, en Marruecos (como los tomates de Mercadona) o en Sudáfrica. Prácticamente ninguno de los grandes vende fruta local (digamos menos de 100 kms) por lo que es evidente que utilizan masivamente cámaras frigoríficas no solamente para transportarla sino también para almacenarla. ¿Te imaginas el viaje de las naranjas y mandarinas del Mercadona desde Sudáfrica? Obviamente, ni las cargan en un avión ni en un camión atravesando todo el continente africano.

El caso de las pequeñas cadenas de supermercados tipo Keisy es interesante porque tras la apariencia de negocio local suelen estar agrupadas en asociaciones o grupos mayores que actúan como centrales de compra adquiriendo también grandes cantidades de fruta que pasa por sus neveras.

Después de investigar un poco, he calculado que el tiempo medio desde que se recoje una naranja en Sudáfrica hasta que te la comes, puede ser de hasta dos meses (16 días solamente para llevarlas en barco). Si dos meses en una nevera te deja una mandarina sin sabor (quizás dulce, si, pero sin sabor) imagina un tomate que tan solo con un par de horas en frio rompe su textura y degrada su sabor.

Las mejores frutas y verduras las solemos encontrar directamente en mercados locales como la Feria del Melocotón de Ordal o el mercado de los sábados en Vilafranca del Penedès. También suelen ser opciones locales los mercados centrales de las principales ciudadades tipo Mercabarna o Mercamadrid aunque no es seguro de nada. Habitualmente, las pequeñas tiendas en los clásicos mercados de barrio suelen abastecerse ahí.

Un caso especial y uno de mis preferidos son las tiendas de «pakis» donde la fruta es más auténtica, sin ceras y sobre todo sin neveras. Quizás el aspecto exterior es un poco más feo pero creedme que es donde mejores tomates y melocotones he encontrado.

Para acabar, un secreto: no todo el año hay naranjas de Valencia o melocotones del Ordal. Al igual que las fresas y otras frutas, la gran mayoría de las veces, las estarás comprando de invernadero o de algún país de África si esperas encontrar en pleno enero esas frutas.

Un durum en Newcastle

He llegado hoy a las ocho y pico de la tarde a Newcastle y entre pitos y flautas estaba en el hotel a las nueve, una hora demasiado tarde para salir a cenar por lo que he dado una vuelta por la ciudad y me he topado con un sitio de kebabs.

Tengo que decir que los durums son una de mis comidas favoritas por lo que he decidido cogerme uno y comérmelo en el hotel tranquilamente. El sitio, en Newgate Street, se llama Yummies y la verdad es que sacaba bastante buena pinta.

El encargado hablaba un inglés bastante limitado y encima con acento norteño con lo que la comunicación ha sido complicada. Me ha dicho si quería el durum con patatas o con ensalada y le he dicho con patatas y cuando me lo trae resulta que las había puesto dentro del wrap. Es decir, que en vez de ponerme lechuga y tomate junto a la carne, me ha puesto patatas fritas.

¿En que cabeza cabe el poner patatas fritas dentro de un durum? Esto está a la altura de ponerle chorizo a la paella y explica en cierta manera la decadencia culinaria en la que se está sumiendo Inglaterra y que hace que proliferen como nunca los obesos y los borrachos o una combinación de ambos.

Al final, tengo que decir, que no estaba malo pero he echado de menos la ensalada y la salsa de yogur. Eso sí, el tio me ha puesto tanto picante que me he tenido que beber como 2 litros de agua.