Joao Baptista Lavanha en Margudgued

En 1610 el Reino de Aragón encargó a Joao Baptista Lavanha, reconocido cartógrafo y geógrafo portugués, la confección del mapa del Reino por lo que durante más de un año viajó por todos los territorios y pueblos anotando en su diario los nombres de cada una de las localidades, distancias y detalles de interés. Su diario fue publicado muchos años después con el título Itinerario del Reino de Aragón.

El 21 de diciembre de 1610, en el camino de Boltaña a Ainsa, pasó por Margudgued y aunque no anotó nada en su diario al menos sí que nombró la localidad y su ubicación.

Las letras «md» significan «margen derecha» y hacen referencia a que la población se encuentra en la margen derecha del río Ara. Es interesante el hecho de que se sigue utilizando el nombre más antiguo de la población, Malburget. En el mapa, sin embargo, este nombre se cambia por Malburguet, añadiendo una U entre la G y la E.

Fragmento del Mapa del Reino de Aragón de 1611.

El resultado del viaje a través de Aragón puede verse en la imagen superior donde se ubican las poblaciones que conocemos hoy en día aunque con alguna diferencia en sus nombres. El caso de Sieste (Siest) es interesante porque aunque en las anotaciones figura en la margen derecha del Ara, en el mapa está ubicado en la izquierda, claramente un error durante la confección del mismo.

Los judíos y el origen del apellido Sampietro en el Sobrarbe

Durante muchos siglos las comunidades judías convivieron pacíficamente con cristianos y musulmanes en España hasta los siglos XIV y XV cuando fueron definitivamente expulsados o convertidos en 1492 por los Reyes Católicos a través del Edicto de Granada, promulgado el 31 de marzo de ese año.

En la comarca del Sobrarbe, en Huesca, existieron importantes vecindades judías durante siglos destacando la de Monclús como el núcleo más importante de población con unos 150 miembros más o menos. En la actualidad ya no existe este pueblo aunque sí quedan vestigios de su pasado junto a la inundada localidad de Mediano en el margen izquierdo del río Cinca. Ver ubicación de Monclús, aquí.

Pero la apacible vida de los judíos dejó de ser plácida a partir del siglo XIII. Dedicados en su mayoría a la «usura» (prestamistas), Monclús se convierte en un importante centro económico en toda Huesca gracias al suculento negocio del préstamo y a la ubicación estratégica del pueblo junto a uno de los pocos puentes que cruzaban el Cinca. Los reyes aragoneses comienzan a ejercer una fuerte presión impositiva que desencadena una pequeña revuelta de los judíos ayudados por recién llegados de Francia, donde habían ya sido expulsados. Una cosa lleva a la otra y el 3 de julio de 1320 la comunidad judía de Monclús sufre un ataque con muchos muertos llevada a cabo por los llamados «partorcellos», fanáticos cristianos provenientes del sur de Francia que se creían descendientes de los pastores de Belén y que cruzaron en gran número, alrededor de 5000, los Pirineos ese año.

En dicha matanza, se documentaron un mínimo de 35 fallecidos y participaron en ella algunos vecinos de pueblos cercanos (entre ellos 26 de Aínsa, 10 de Puértolas, 7 del propio Monclús, 6 de Boltaña, 4 de Olsón, 3 de Silves, Sieste y Espierba, 2 de Naval y de Ascaso y uno de Troncedo, de Buil, de Arcusa y de Aineto), todos ellos enjuiciados y condenados por ello.

Se sabe que al menos 10 de los supervivientes se convirtieron al cristianismo y que al menos unos 30 o 40 más se dispersaron por la comarca, muchos en Ainsa, y se les perdió la pista.

Los judíos conversos adoptaban principalmente dos tipos de apellidos: el del pueblo o ciudad (Monclús, Zaragoza,…) y el de santos. Esta última opción es la que parece como más probable como la del inicio del apellido Sampietro (o Sanpietro) por varias razones: 1) El apellido Sampietro se encuentra muy aislado en la zona del Sobrarbe entre el 1300 y el 1500 y 2) No hay constancia del apellido en la zona antes de 1300.

Así pues y dado que la única judería que existía en el siglo XIII en la zona era la de Monclús y por los motivos anteriormente expuestos, es más que probable que el apellido Sampietro provenga de judíos conversos que vivieron en ese pueblo hasta 1320.

Track The History

Aprovechando estas semanas de confinamiento y el hecho de que Blanca toma su biberón a las 6 de la mañana, he finalmente puesto en marcha un proyecto que tenía en mente desde hacía meses: crear una aplicación que permita rastrear la historia de los objetos que nos rodean. Su nombre es Track The History y ya está plenamente operativo.

Muchas de las cosas que nos rodean han tenido una intensa vida y la desconocemos. Por ejemplo, un mueble antiguo puede haber pertenecido a nuestros bisabuelos, haber sido restaurado un par de veces, haber vivido un par de guerras, haber sido vendido y finalmente estar felizmente en un salón sin que sus nuevos propietarios conozcan esa historia.

Con Track The History me encantaría poder recuperar esas historias y que sus propietarios contribuyan a enriquecerlas.

Si tienes una lámpara o un mueble o cualquier otra cosa con una etiqueta TTH (que puedes conseguirla a través de su web), simplemente tienes que escanear su código QR con la cámara de tu teléfono y accederás a su historia. Si no dispones de teléfono, puedes introducir el código en el buscador. Una vez en la página de tu historia, puedes continuar enriqueciéndola con las experiencias que esa mesa o silla han vivido junto a ti.

A largo plazo, tengo intención de vender las etiquetas en sus múltiples versiones (muy larga duración, aluminio, pequeñas, código RFID,…) pero por ahora si alguien quiere crear historias, solo tiene que pedírmelas y se las envío gratis.

Merluzas a la Montecarlo

Ordenando cosas de mis padres, he encontrado un «libro» de recetas que mi madre mecanografió alrededor de 1963 como parte de su Servicio Social de la Mujer cuando tenía 27 años.

Dicho servicio era de obligado cumplimiento para las mujeres durante la dictadura franquista y en el se enseñaba a coser, cocinar y mantener la casa a punto para servir al marido y cuidar de los niños.

Estaba gestionado por la Sección Femenina de la Falange Española y se estima que alrededor del 90% de todas las mujeres entre 1940 y 1975 lo realizaron.

En la fotografía que adjunto, la receta de «Merluzas a la Montecarlo» se aprecia el sello de «Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S, Sección Femenina, de Barcelona – Distrito XI». También es llamativo el esmero con el que mi madre recortó las verduritas de no se donde y las pegó a la receta.

Hace apenas unos meses, el Tribunal Supremo ha dictaminado que puede computar para la jubilación anticipada.

El rescate de mi abuelo

El 18 de abril de 1922, mi bisabuelo materno recibió un telegrama del Rey de España en el que se le informaba que su hijo, Lorenzo Ventosa, había sido finalmente rescatado del «enemigo» en Marruecos. En paralelo a ese documento, hoy mismo he descubierto que también apareció una pequeña noticia en la Vanguardia tres días antes, el 15 de abril de 1922.

Por aquel entonces, mi abuelo vivía en Castellet i la Gornal, en el número 7 de la calle Roselló, y es donde recibió la noticia su padre.

La Samson de Sant Feliu

Esta mañana he hecho una pequeña excursión en coche desde Santa Creu d’Olorda hasta Sant Feliu del Llobregat a través de una pista forestal abierta a la circulación y atravesando parte de la cantera y la fábrica cementera conocidas como la Samson.

En 1917 comenzó la explotación de la cantera y aunque inicialmente la fábrica estaba ubicada en el actual edificio Walden 7, en 1967 se trasladó a su enclave actual en Sant Feliu.

El impacto de la fábrica, las canteras y sobre todo las viejas instalaciones que actualmente están en desuso (algunas naves y la kilométrica cinta transportadora) es realmente muy grande en un entorno natural tan privilegiado como el Parc del Collserola y resulta extraño que no se hayan desmantelado, aun, e iniciado algún tipo de recuperación del paisaje perdido.

Cinta transportadora
Cinta transportadora

Tengo que reconocer, sin embargo, que la cinta transportadora con más de 80 años de vida es realmente una joya de la arqueología industrial y que quizás debería protegerse en el caso de que algún día se limpie la montaña.

Si quieres ir a dar una vuelta por la zona, desde luego recomendable, ten en cuenta que la pista forestal está bastante mal y con un coche bajo puedes tener problemas. También se puede hacer a pie en unas 2 horas (ir y volver con paradas).

Monasterio de Agios Antonio

Este julio hemos estado en Milos y Paros, en las Cícladas, de playa en playa en una experiencia realmente única y en la que hemos podido disfrutar de del mar casi en exclusiva para nosotros, especialmente en Milos.

Pero además de playa, las Cícladas encierran otros tesoros como por ejemplo el Monasterio de Agios Antonio (o San Antonio) en la isla de Paros, encaramado en lo más alto de una colina junto al mar desde donde se tienen vistas increíbles.

Vista de Paros desde la Iglesia de San Antonio

Aunque la primera constancia de la existencia del monasterio data de 1420, la invasión de los Otomanos y algunos períodos convulsos de su historia han hecho que la mayoría de los frescos y tallas en madera sean de los siglos XVI a XVIII. Un poquito más de su historia (en inglés) la puedes encontrar aquí.

Iglesia-Monasterio de San Antonio

Sin duda, es un lugar de imprescindible visita si estás por Paros, no tan solo por la importancia de la iglesia-monasterio sino por las vistas y el bonito camino en coche hasta la cima que no toma más de 10 minutos desde Marpissa.

Atlas de Islas Remotas

He terminado de leerme el fascinante «Atlas de Islas Remotas» de Judith Schalansky donde a través de una recopilación de casi 50 islas desperdigadas por todo el mundo se van desgranando pequeñas historias que sucedieron en ellas.

Algunas son realmente impactantes como lo sucedido en 1761 en la Isla de Tromelin, a 460 kms de Madagascar, cuando un barco encalló con más de 200 personas a bordo y en la que 60 esclavos fueron abandonados a su suerte en la isla de menos de 1 km cuadrado y sin árboles. Al cabo de 15 años fueron rescatados con vida 7 mujeres y un niño.

También es interesante conocer la historia de Marc Liblin, un francés que a la edad de 6 años comenzó a hablar inexplicablemente una lengua totalmente desconocida y que al cabo de muchos años fue identificada como la lengua hablada por los 400 habitantes de la isla de Rapa Iti a más de 15.000 kms de su casa.

En definitiva, es una gran recomendación si quieres descubrir algunos de los lugares más remotos del planeta y tu cabeza hierve con aventuras y viajes fantásticos.