The «Hello World» Applet in Java

You have been listening a lot of things about Java for several years, but suddenly you have discovered that not even you know just produce a simple «Hello World». No problem… you are in the good way to become a Java Discover.

In order to implement a «Hello World» applet you need to download the Java 2 Software Development Kit (SDK) from http://java.sun.com/. This kit allows you to compile and debug your Java software.

Follow next steps in order to become a succesfull appleter:

1) Install the Java 2 SDK in your computer (i.e. NT Workstation 4.0).

2) Write a source file in Java named «Hola.java» using the WordPad editor. This file must contain:

import java.awt.*;

public class Hola extends java.applet.Applet {

public void paint(Graphics g) {

g.drawString(«Hello World», 5, 50);

}

}

and must be placed in the ../SDK Directory/bin/ directory where you have installed the SDK.

3) Compile the file through the Java Compiler (javac) using next sentence from ../SDK Directory/bin/ directory in the MS DOS prompt:

javac Hola.java

This action creates an executable file named Hola.class

4) Now, you have to create the HTML page that calls the applet Hola.class. In this way, edit a file called «Test.html» that contains:

<HTML><APPLET CODE=Hola.class></APPLET> </HTML>

5) And it’s all !. Assure that the .HTML and .CLASS files are in the same directory and execute the web page (Test.html) with Netscape Navigator or Internet Explorer.

Inter-Rail de 1999

El pasado verano tuve la oportunidad de viajar a la zona más oriental de Europa y visitar Rumanía y Bulgaria. Si algún verano no sabes donde ir, compra un billete de Inter-Rail con capacidad para viajar por toda Europa y vete para allá. Nuestra ruta de viaje, con un total de 21 días es la que sigue:

Sábado – 31/07/1999

Salimos desde Barcelona con el tren de las 7 de la mañana en dirección a Milán. Después de varias escalas llegamos a la estación de Milán (Stazione Centrale) pasados unos minutos después de media noche con la intención de llegar a tiempo para coger el nocturno para Brindisi. Sin embargo, la intención se quedó solamente en eso y lo perdimos por 5 minutos.

Tras estudiar los horarios, descubrimos que el primer tren para Brindisi salía a las 7:05 por lo que debíamos pasar la noche en Milán. Reunidos en consejo y tras observar que como mucho íbamos a poder dormir no más de 5 horas y que además el alojamiento en la ciudad estaba por las nubes, decidimos extender los sacos en la estación y acomodarnos de la mejor forma que pudiéramos. Durmiendo a «pierna suelta», fuimos desalojados a las 2 de la noche por los servicios de limpieza hasta que a las 3 nos permitieron acostarnos nuevamente.

Domingo – 01/08/1999

El dia comenzó a las 6:15. Tras «vestirnos» y «asearnos» como buenamente pudimos compramos algunas provisiones y una herramienta que hasta el momento nos había resultado imposible encontrar: el «European Timetable de Thomas Cook», imprescindible libro para tener a mano todos los horarios de todos los trenes de Europa.

Después de pasar la noche en la estación de Milán y con la esperanza de poder descansar en el tren que nos tenía que llevar a Brindisi descubrimos al ascender a el que el viaje no iba a ser fácil. Todos los vagones iban cargados a tope y ni siquiera se cabía apenas en los pasillos.

Pero como que un inter-rail es un inter-rail, nos tomamos el asunto con filosofía y nos acomodamos en el suelo y en los pocos asientos de pasillo que habían, en medio de un auténtico rebaño de italianos cargados hasta las orejas y que pretendían alcanzar las cálidas playas del sur de Italia en su mes de vacaciones. Todo ello sazonado por un calor espectacular que hizo que sudáramos hasta la última gota de agua que había en nuestro cuerpo.

Bien entrada la tarde, llegamos a Brindisi, y tras mil vueltas buscando la oficina para adquirir los billetes del Ferry (que estaban incluidos en el precio del inter-rail) dimos con ella y nos clavaron 1000 pesetas por cada uno.

Pero eso no era nada. Lo mejor del día fue nuestra cara de sorpresa, una vez dentro del buque, cuando nos anunciaron que nuestra «estancia» se encontraba en cubierta y que teníamos que dormir tirados bajo el cielo estrellado (si es que no llovía).

Nuevamente extendimos nuestros sacos y nos acomodamos en nuestro viaje hacia la ciudad griega de Patras, nuestra siguiente etapa.

Lunes – 02/08/1999

Miles de estrellas y una cálida noche nos acompañaron en cubierta durante el descanso nocturno. Las primeras luces del día, junto a la costa albana, nos llevaron hasta las islas de Corfú y Kefallonia donde el ferry realizó sus dos únicas escalas antes de llegar al puerto de Patras sobre las 4 de la tarde.

Tras casi una hora de maniobras navales para aparcar el ferry, por fin, se abrieron las escotillas y pudimos descender y coger el tren que nos tenía que conducir directamente hasta Atenas, no sin antes darnos una vuelta de 1 hora por la exigua ciudad de Patras.

El Golfo de Patras y el Golfo de Corinto, vistos desde el tren, hicieron que calificaran las vistas de magníficas.

Sobre las 10 de la noche llegamos a Atenas y tras estudiar diversas opciones de alojamiento nos decidimos por el Hotel Rio, hotel, sin duda, para el olvido (recomendación: no vayas nunca al Hotel Rio).

…y fue en Atenas, con los precios por los suelos, donde disfrutamos de nuestra primera cena de restaurante de todo el viaje.

Martes – 03/08/1999Con el alcohol encaramado en lo más alto del termómetro salimos a recorrer la sucia y «abandonada» Atenas.

Por la mañana visitamos la Acrópolis y el Museo Arqueológico y por la tarde callejeamos por toda la ciudad hasta las 22h cuando cogimos el tren nocturno para Thesalonica.

El calor durante todo el día había sido insoportable.

Miércoles – 04/08/1999

A primera hora de la mañana alcanzamos Thesalonika, y tras esperar alrededor de una hora cogimos el tren que nos tenía que conducir a Istambul.

Fue alrededor del mediodía cuando el tren se detuvo en la parte griega de la frontera greco-turca. Tras solicitarnos los pasaportes y quedarnos sin ellos durante casi una hora fuimos confinados en un vagón especial a la espera de que una locomotora turca se enganchara.

En unos 30 minutos, volvimos a detenernos, esta vez en el puesto fronterizo turco, donde nos fue solicitada la obtención del correspondiente visado. Tras unos 45 minutos más de parada y la compra de algunas provisiones (sandías incluidas) reanudamos la marcha en dirección a Istambul.

A las 22h llegamos a la estación central de Istambul y tras rastrear un poco la zona (que nos pareció muy europeizada y, por supuesto, mucho más moderna que Atenas) nos hicimos con un hotel de 4 estrellas (Hotel Seres) a un precio razonable de 4.000 pesetas por barba (aprox.).

Después de una agradable (y barata) cena de restaurante nos metimos en la cama con la intención de iniciar la visita a Istambul al día siguiente.

Jueves – 05/08/1999

Invertimos el día en visitar el Palacio Topkapì, Sultanahmet Camii, Santa Sofía, algún que otro cementerio, la Mezquita Azul (donde tuvimos que taparnos las piernas), el Gran Bazar (donde todos los comerciantes hablan español) y el Hipódromo. Sin duda Istambul es una ciudad que debe visitarse, y posiblemente una de las más bonitas que he visto nunca.

Los precios son bastante más baratos que en España. Una comida podía resultar exitosa por 500 o 700 pesetas.

Por la noche, el recepcionista nos lió para que fuéramos a cenar un «magnífico» restaurante que conocía, que era muy bueno, eran expertos en pescado,… que vendría una furgoneta a llevarnos y a traernos… Finalmente aceptamos y, obviamente, nuestra cartera se resintió. La verdad es que comer, comimos muy bien.

Viernes – 06/08/1999

Tras levantarnos nos dirigimos a la Estación Central de Istambul para estudiar la mejor forma de llegar hasta Sofía, nuestro próximo destino. Nuestra idea era coger un tren nocturno y pasar la noche en litera.

Y fue allí donde conocimos a Jimmy, un turco con barba blanca de alrededor de 75-80 años que nos ofreció transporte y guía para todo el día por 35 dólares (3 personas). Ni cortos ni perezosos, y después de regatear un rato, aceptamos el trato y nos llevó en coche hasta la parte asiática de Istambul, donde nos llevó a «su restaurante» y nos enseñó la zona.

Después de comer, realizamos un cambio de guía y cogimos un barco (a cargo de Jimmy) hasta la isla Büyük Ada (Isla Grande), lugar privilegiado de vacaciones absenta por completo de vehículos motorizados (están prohibidos).

De vuelta a la Istambul europea, recogimos nuestro equipaje de la consigna del hotel y tras despedirnos de la ciudad, cogimos el tren nocturno hacia Sofía (Bulgaria).

Así pues, nos pusimos el pijama, nos metimos dentro de la cama (coche cama) y, cuando estábamos en el primer sueño, fuimos despertados bruscamente alrededor de la 1 de la madrugada para expedir el sellado de salida del pais. Lo bueno del asunto es que el sellado se debía realizar fuera del tren, por lo que no tuvimos otra alternativa que vestirnos como buenamente pudimos y comenzar a hacer la larga cola que esperaba frente a la ventanilla de la Policía de Fronteras turca.

Por fin, y ante un despliegue policial espectacular (dentro y fuera del tren) conseguimos nuestro visado de salida y volvimos al «camarote». El tren no arrancó hasta las 3 de la madrugada.

Pero ahí no había acabado todo, ya que al cabo de 30 minutos volvimos a detenernos, esta vez frente al puesto fronterizo búlgaro. Esta vez, el visado de pasaportes (gratuito para españoles) se realizó dentro del tren, y sobre las 5 volvimos a arrancar con la esperanza de poder descansar hasta nuestra llegada a Sofía.

Sábado – 07/08/1999

Sobre las 12 del mediodía llegamos a la capital de Bulgaria, Sofía, bajo una tormentosa calígula de verano con temperaturas alrededor de los 40 grados.

La verdad, es que la primera imagen al salir de la estación es desoladora: coches muy viejos, calles viejas, edificios viejos, moles de hormigón y gente muy «rara».

La visita a Sofía se puede realizar en menos de un dia, por que la verdad es que hay poco que ver. Sin duda lo mejor es ver a los búlgaros y búlgaras, sus ropas, sus restaurantes, sus automóviles, y en general su particular tristeza. Olvida todo lo que te hayan dicho sobre Sofía y visítala.

Es importante que no te timen a la hora de dormir. Los hoteles son particularmente escasos y caros.Sobre todo, hace mucho calor…

Domingo – 08/08/1999

Pues con todo Sofía visto y sin muchas ganas de ir al Monasterio de Rila (auténtica joya de Europa) decidimos ir a Veliko Turnovo vía Gorna Orjahovitza.

Pasadas las 4 de la tarde llegamos en tren a Gorna. Desde allí teníamos unos 10 kms hasta Veliko, por lo que decidimos investigar algún medio de transporte para llegar hasta el lugar.

…y encontramos la flota de furgonetas más viejas del mundo !!!. Después de apiñarnos entre 20 personas del lugar, conseguimos hacer entrar las mochilas en la vieja furgoneta y emprendimos el viaje hasta Veliko.

El pueblo prometía (o por lo menos eso ponía la guía) así que no escatimamos ningún esfuerzo para llegar hasta él.

Después de buscar un buen rato encontramos un hotel viejo, sucio y caro y algún que otro español que se había perdido por esas tierras.

La sensación de «cutrez» de los equipamientos turísticos en Bulgaria juntamente con la tristeza y el poco interés que profesan los lugareños hacen de este país un lugar inconfundible y de obligada visita «cultural». Probablemente de lo más curioso y pobre de Europa, eso sí, sin ver en las calles un sólo mendigo.

Lunes – 09/08/1999

Con temperaturas superiores a los 40ºC visitamos el antiguo castillo, las murallas y una iglesia que preside la magnífica ciudad de Veliko Turnovo a través de los 7 meandros que forma el río de la misma.

Acabamos el día visitando lo poco que hay que ver en ella y buscando algún sitio donde poder cenar a precios, una vez más, de risa.

Martes – 10/08/1999

Y por fin llegó el día en el que teníamos que llegar a Bucarest (antes de estar, personalmente para mi, la ciudad más inhóspita – después de Tirana – de toda Europa). Nos levantamos temprano y cogimos el tren que nos trasladaba a la capital rumana.

El paso por la frontera fue un poco problemático porque la Policía Rumana no admitía moneda búlgara en el pago del visado. Tras unos minutos de tensión en la cabina del tren, finalmente hicimos efectivo el pago en dólares y pesetas (con cambio incluido en moneda rumana para nuestro asombro).

Sin más problemas, llegamos a Bucarest sobre las 8:30 de la tarde. Lo cierto es que la estación estaba muy animada y bastante protegida por Policía.

En definitiva, nuestra primera impresión de Rumanía fue muy buena, muy alejada de los tópicos de país peligroso y pobre del que no se hacen merecedoras, como mínimo, las ciudades que nosotros visitamos.

Después de buscar alojamiento, encontramos un hotel a un paso de la estación de tren con un precio muy abusivo si comparamos la relación calidad/coste pero que en vista de que anochecía, de que íbamos muy cargados y de que teníamos hambre, decidimos aceptarlo.

Cenamos nuevamente a precio de risa y nos acostamos a 38ºC de temperatura.

Miércoles – 11/08/1999

Posiblemente uno de los días más espectaculares de mi vida…

Nos levantamos con un calor insoportable. En la prensa había una única palabra: Eclipse total de sol!. A las 2 de la tarde tenía que hacerse totalmente de noche durante 5 minutos y, sin duda, ningún rumanés quería perdérselo y todos tenían fiesta de 1’30 a 2’30 para poder contemplar el acontecimiento.

Después de pasear por Bucarest y admirar las enormes plazas, avenidas y palacios del régimen comunista, nos trasladamos hacia el centro de la capital donde la muchedumbre hervía a la espera del eclipse.

Sobre las 13:30, el sol comenzó a taparse (solo visible con protector ocular) y a las 14:05 cayó la noche completamente. Durante 2-3 minutos fue noche cerrada.

Tras la espectacularidad del eclipse, nos dirigimos hasta la estación de Bucarest (a pie) para coger el tren que nos tenía que trasladar a Brasov en el corazón de Transilvania.

A las 20h llegamos a Brasov, con una temperatura 20 grados inferior a la de nuestra salida.

Antes de acostarnos disfrutamos de una cena con acompañamiento teatral indígena en el centro de la ciudad vieja, muy cerca del hotel en el que nos alojábamos.

Jueves – 12/08/1999

Por la mañana visitamos el Castillo de Bran que aunque aparece en todas las guías de viaje de Transilvania deja bastante que desear.

En el reclamo de los turistas se dice que en este (triste) castillo vivió el Conde Drácula (o mejor dicho, Blad el Empalador) aunque de eso no hay absolutamente nada de cierto.

Ya por la tarde vimos la ciudad de Brasov, con un centro histórico pequeño pero curioso.

Viernes – 13/08/1999

El viernes era el día programado para dirigirnos hacia Budapest y poder descansar durante unos días.

A las 10:06 cogimos el tren que salía de Brasov y que nos tenía que llevar directamente a Budapest, ciudad a la que llegamos sin ningún tipo de contratiempo en los pasos fronterizos a eso de las 20:30 de la tarde.

Sin embargo la sorpresa del día aun estaba por llegar. Cuando nos dispusimos a buscar alojamiento por la noche, caímos en la cuenta de que ese fin de semana precisamente se celebraba el Gran Premio de Fórmula 1 de Hungría y estaba todo Budapest completo.

Pero como que Dios ayuda siempre al que persevera, decidimos tomarnos el asunto con calma cenar y después tranquilamente proseguir la búsqueda, esta vez, por teléfono. Fue alrededor de la 1 de la madrugada cuando dimos con un hotel con habitaciones libres (totalmente desubicado) y a las 2 cuando nos metimos en la cama.

Sábado – 14/08/1999

El día de descanso prometido por fin había llegado, así que decidimos ejecutarlo adecuadamente. Buena parte del día lo pasamos en los Baños Gellert, un espectacular lugar ideal para descansar.

Domingo – 15/08/1999

La verdad es que el domingo fue bastante parecido al sábado, con Baños Gellert incluidos. Pero además también invertimos el tiempo en visitar la bonita ciudad de Budapest.

Lunes – 16/08/1999

No se puede ir a Budapest sin pasar por el valle de las mujeres bonitas en Eger.

A primera hora de la mañana cogimos un tren que en 90 minutos nos transportó hacia Eger, después de visitar el centro de la población y el castillo nos dirigimos al Valle de las Mujeres bonitas, una pequeña hondonada en la que se ubican cientos de bodegas talladas en la roca.

Martes – 17/08/1999

A primera hora de la mañana cogimos el tren que nos tenía que trasladar a Zagreb, capital de Croacia. Esperábamos encontrar un país típico de la Europa del Este, pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando a nuestra llegada al atardecer, descubrimos una ciudad moderna, limpia y acogedora.

Aunque no tiene demasiado que ver, si que es interesante perder un día o dos en la capital del nuevo estado de Croacia. No vimos ni un indicio de guerra.

Los precios son más elevados que en España.

Miércoles – 18/08/1999

El miércoles era el día escogido para alcanzar la costa adriática croata. Nuevamente fue el tren de la mañana el que nos trasladó a Rijeka.

Y una vez más Croacia nos volvió a sorprender… La costa está plagada de pequeños pueblecitos turísticos pero sin llegar a apelmazar. En España podríamos compararla con la Costa Brava pero sin los excesos de esta.

Estamos seguros que en un mes no tendríamos tiempo de acabarnos Croacia.

Jueves – 19/08/1999

Y desgraciadamente, llegó el día de nuestra partida definitiva.

A media mañana tomamos el tren que tenía que trasladarnos a Venecia, ciudad a la que llegamos a las 8 de la tarde tras atravesar la parte más septentrional de Eslovenia sin llegar a detenernos más que una hora para efectuar un cambio de tren.

En Venecia teníamos que esperar 4 horas hasta la llegada del siguiente tren, así que decidimos dar una vuelta por la ciudad hasta la Plaza de San Marco.

Sobre las 12 de la noche cogimos el tren que nos trasladaría a Niza.

Viernes – 20/08/1999

Y a las 9 de la mañana, llegamos a Niza. Tras avituallarnos un poco, cogimos el último tren del viaje, un Talgo español que nos tenía que llevar directamente hasta la Estació de Sants de Barcelona.

Y no fue hasta las 19:30 en que volvimos a pisar Barcelona después de 20 días de viaje en tren por buena parte del este de Europa.

Las Mejoras Citas

«La paciencia es no saber decir ‘Vete a tomar por culo…’»
Guillem Casas – LOCALRET – 01/10/1999

«Dios ayuda al que persevera»
José Miguel Vicente – Contestador automático – 1998

«El trabajo en vano conduce a la melancolía»
Miguel Ramírez – Clase de Servosistemas

«Ante la duda, tira millas»
Francesc Muñoz – ICT – 1997

«Nadie ama lo que ignora»
Víctor Aroca – Biblioteca UPF – 07/12/97

«Al amigo le dejas tu culo, al enemigo le das por culo, y al indiferente le aplicas la legislación vigente»
Tomás Cid – Cybermedia – 1997

«No te arrepientas nunca de lo que hiciste sino de lo que dejaste de hacer»
Mabel Pardo – ICT – Noviembre 1997

Pechuga de Pollo al Oporto

Ingredientes:

  • 1 cebolla
  • 3 cucharadas soperas de aceite (p.ej. La Masía de 1º)
  • 100 gramos de tomate triturado (p.ej. Continente)
  • 500 gramos de pechuga de pollo
  • 200 gramos de champiñones laminados de pote (p.ej. Caprabo)
  • 1 vaso de Oporto (p.ej. Dos Santos)
  • Sal

Preparación:

  • Cortar la cebolla en aros.
  • Poner en una sartén honda el aceite y calentarlo. Inmediatamente poner los aros de cebolla.
  • Cuando estén dorados los aros, echar el tomate triturado y dejar cocer a fuego lento.
  • Mientras, cortar la pechuga irregularmente a tiras y tacos y poner en la sartén después de sazonar al gusto.
  • Cuando esté la pechuga un poco dorada, añadir los champiñones.
  • Finalmente se añade el vaso de Oporto y se deja cocer a fuego lento durante 20 minutos (o hasta que se reduzcan los líquidos).

Pizza Vicsampi

Ingredientes:

  • 1 base de 260 gramos de pizza fresca (p.ej. Buitoni)
  • 100 gramos de tomate frito (p.ej Solís)
  • 75 gramos de atún en aceite vegetal (p.ej. Isabel)
  • 100 gramos de champiñones laminados de lata (p.ej. Continente)
  • 35 alcaparras pequeñas en vinagre (p.ej. Continente)
  • 6 anchoas de lata en aceite (p.ej. Continente)
  • 1 huevo
  • 60 gramos de queso rallado (p.ej. Filatto de El Caserio)

Preparación:

  • Encender el horno a 250 ºC para que se vaya calentando (10 minutos antes de poner la pizza).
  • Extender la base de pizza sobre un plato grande.
  • Poner el tomate frito y extenderlo uniformemente sobre la base.
  • Poner los champiñones laminados, el atún, las anchoas (cortadas previamente en trozos) y las alcaparras unifórmemente sobre la base entomatada de la pizza.
  • Batir el huevo en un plato y extenderlo por la pizza.
  • Esparcir el queso rallado sobre todos los ingredientes.
  • Poner en el horno y dejarlo a 250 ºC durante 15 minutos.

Farfalles Limpios a la Mediterranea

Ingredientes:

  • 500 gramos de Farfalle (p.ej. Barilla)
  • 270 gramos de berberechos al natural (p.ej. Continente)
  • 220 gramos de atún en aceite vegetal (p.ej. Isabel)
  • 50 gramos de aceitunas rellenas de anchoa (p.ej La Española)
  • 200 gramos de gambas congeladas
  • 7 palitos de mar (p.ej. Pescanova)
  • 3 cubitos de caldo de pescado (p.ej. Continente)
  • 10 cucharadas soperas de aceite de oliva (p.ej. La Masía de 1º)

Preparación:

  • Poner al fuego una olla de agua (aprox. 5 litros) con sal y un cubito de caldo de pescado.
  • Filetear las aceitunas y los palitos de mar.
  • Cuando el agua hierva echar los Farfalle en la olla removiendo durante el primer minuto. Dejarlos hirviendo durante 10 minutos.
  • Una vez transcurridos los 10 minutos, escurrirlos y pasar un poco de agua por la olla. Secar y echar unas gotas de aceite en ella junto con los dos cubitos de caldo de pescado desmenuzados.
  • Volver a poner los Farfalles en la olla junto con los berberechos, el atun desmenuzado, las aceitunas, los palitos de mar y las gambas (un poco descongeladas) y remover bien.
  • Finalmente echar el aceite y remover. Servir inmediatamente.

Termina la Vida y Empieza la Supervivencia

En 1854, el Presidente de los Estados Unidos de América, Franklin Pierce hizo una oferta por una gran extensión de tierras indias, prometiendo crear una reserva para el pueblo indígena.

En respuesta, el Gran Jefe Seattle, perteneciente a la tribu de los Pieles Rojas envió al Presidente Pierce la siguiente carta:

«¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán, ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo, cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto es sagrado a la memoria y al pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los árboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas.

Los muertos del hombre blanco se olvidan de su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas; en cambio, nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra, puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia.

Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos está pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservará un lugar en el que podamos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre y nosotros en sus hijos. Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil ya que esta tierra es sagrada para nosotros.

El agua cristalina que corre por ríos y arroyuelos no es solamente el agua sino también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed, son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también lo son suyos y, por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra a sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorará la tierra dejando atrás sólo un desierto.

No sé, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena los ojos del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizás también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo ¿para qué sirve la vida si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras (aguaitacaminos) ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja ya que todos los seres comparten un mismo aliento – la bestia, el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas.

Por ello consideramos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré condiciones: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una máquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos sólo para sobrevivir. ¿Qué seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; porque lo que le suceda a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra está enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos.

Esto sabemos: La tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos, todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, no queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco.

Esta tierra tiene un valor inestimable para El y si se daña se provocaría la ira del Creador. También los blancos se extinguirían, quizás antes que las demás tribus. Contaminen sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminarán hacia su destrucción rodeados de gloria, inspirados por la fuerza del Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos porqué se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes.

¿Dónde está el matorral? Destruido. ¿Dónde esta el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia.«

Tumbas Romanas en Mérida

Mérida conserva uno de los conjuntos históricos romanos más importante del mundo: templos, teatros, anfiteatros, acueductos, puentes y… tumbas.

En el Museo Romano de Mérida, se conservan varias losas de tumbas romanas. Merecen especial interés los textos allí impresos en piedra y en latín. A continuación se reproducuen, traducidos, algunos de ellos:

«Realmente no está en tu mano jamás, evitar que la fortuna te permita experimentar el dolor. Motivo de dolor será conocer cuán piadoso joven ha sido entregado a las llamas. Él, ahora te pide que digas, quien quiera estés presente: séate la tierra ligera.» (S II d.c.)

«Ivlia Anvlla, hija de Caivs, está aquí enterrada, arrebatada por un hado cruel. La muerte la arrastró en poco tiempo. Había cumplido ya dos veces y por igual 9 años de vida. Dí, al pasar por aquí: séate la tierra ligera. Andilia Iuavnda, liberta de Caivis, de 24 años está enterrada aquí. Séate la tierra ligerra. Iulis Felix, liberto de Teucro, se ocupó de hacer el monumento con sus propios recursos. Ocho pies de fondo y doce de frente.»

«La más honesta entre las damas principales, Iulia Sotira, dulce amor, está oculta bajo este túmulo. La veneración hizo cuanto pudo para quien aún más merecía. Tu que lees esto, quien quiera que seas, dí: séate la tierra ligera.»