El Little Bangladesh de Londres

Hace un año o así, casi por casualidad, descubrí una nueva zona de Londres que desconocía y que me dejó fascinado: la «Little Bangladesh».

Junto a la parada de metro de Aldgate East y rodeada de una pequeña zona de restaurantes y tiendas turcas, comienza la calle Brick Lane, que cruza con Whitechapel Road, y en la que nunca te meterías a no ser que supieras lo que estás buscando.

Pero hazme caso y métete. Lo que parece una calle más londinense, insulsa y sin mucho que ofrecer, empieza a dar pistas tras pasar el arco que anuncia «Banglatown». Ahí reside la mayor comunidad bangladesí de Londres en total armonía con jóvenes estudiantes y artistas, bares de moda y tiendas exóticas, que han convertido a Brick Lane en un punto de referencia imprescindible si te apetece ir a dar un paseo, o tomar algo, en un ambiente totalmente distinto y alejado de las hordas de turistas que inundan el Soho, Camden o Southwark.

Aunque sin duda alguna, lo que más me gusta de esa calle es la cantidad de restaurantes asiáticos que se concentran en apenas un kilómetro: indios de todas sus regiones, coreanos, japoneses, pakistaníes, bangladesís, de Bután,… Los que más abundan son los de Bangladesh y los indios pero también hay combinaciones raras fusionando comida italiana y coreana o griega e india.

Ayer, volví de nuevo a la zona y probé un restaurante afgano que había abierto hacía tan solo un par de semanas. Que maravilla de lugar, de comida y de servicio, y todo a precios muy ajustados (para lo que es Londres, claro).

Afghan Eats en el 134 de Brick Lane en Londres

Si no sabes donde ir una tarde, pásate por Banglatown y ve a cenar al Afghan Eats en el 134 de Brick Lane.

La decadencia de los restaurantes

Los restaurantes están en plena decadencia, al menos en Barcelona y Madrid aunque imagino que el resto de ciudades españolas deben seguir el mismo patrón.

En Barcelona es prácticamente imposible encontrar restaurantes auténticos en el Eixample, Poblenou, Ciutat Vella, Gràcia o en la zona de Paral.lel. Y aunque inicialmente alguien podría pensar que la culpa la tienen los turistas guiados por Tripadvisor o Google, la razón principal es que somos los usuarios autóctonos los que estamos acabando con los mejores restaurantes en Barcelona.

Lo que se lleva ahora son los restaurantes «modernos» que intentan fusionar lo infusionable, que te obligan a comer con la música a tope, que te cobran 6€ por un poco de pan con tomate en una especie de pan transparente, que te ponen mantequilla en la mesa, que te sirven las bebidas en jarras de flores y latas, que te hacen comer el arroz con tenedores de madera, donde se te ponen a bailar los camareros en medio de la cena, … todo muy trendy. Y eso por no hablar de la droga de moda, Instagram y algunas redes sociales, que están destruyendo el placer auténtico de comer y sustituyéndolo por fotos guays.

Cuando miras quienes son los propietarios, la fórmula es siempre la misma: jóvenes en sus 30s con MBA, con padres con dinero, habituados a la coca y a las camisas y a los que el mundo les ha hablado y creen que la mejor startup que pueden montar es un restaurante «canalla». Creedme, en 2 o 3 años ese restaurante ya habrá cerrado.

Y luego están sus menús: para morirse del aburrimiento. En todos siempre hay lo mismo: tataki de atún, pan de cristal, hamburguesas de carne mechada, steak tartar, tacos, cebiches, mucho aguacate, kale,…. por un simple bocadillo te cascarán 25 euros, eso sí, con la etiqueta de «street food».

Pero, no os preocupeis, no todo está perdido. Si quereis comer bien, no vayais por esas zonas, no os metais en la trampa de las luces y de las mesas de colores y de los DJs y de los menús guays. La esperanza se llama Hospitalet, Badalona, Santa Coloma, Les Corts, Sant Adrià, Sant Andreu. Nadie «super-trendy» en busca de fotos espectaculares de un ceviche montado encima de unas patatas paja con un huevo adornado con sucedaneo de trufa y terminado con un poco de vaca vieja.

Si quereis volver a sentir los sabores auténticos en plena calma siempre podeis ir al mejor polaco de les Corts, comer ceviche o anticucho real en el Mar Azul, volver a las tapas en el Al-Andalus de Pubilla Casas o el Luna de Cornellá, degustar un coreano sin guiris por al lado en el Kangnam de Sants, comer pizza auténtica en el De Angelis de Collblanc, disfrutar de Ecuador en la Olla Manabita, de la auténtica comida de mercado en la Bodega Aragall en Sant Ramón o de un buen gallego en el Foxos de la Verneda.

No esperes en ninguno de ellos grandes reviews, ni manteles ni buena iluminación ni en la mayoría de los casos cartas en inglés. Eso sí, la comida es auténtica, porciones normales y camareros simpáticos. Si vas a un ecuatoriano, colombiano, peruano o dominicano por Hospitalet, descubrirás su cocina autóctona rodeado de otros comensales de ese país. En el último en el que estuve con Pol y Blanca, un venezolano, recuerdo a la señora que regentaba el local preguntarme que de donde era, que si era catalán y que raro que estuviera ahí, que no solía ser normal clientes no venezolanos en su mesa. Eso es lo que busco.

En los restaurantes auténticos, el servicio no es especialmente el más eficiente ni el más rápido pero… ¿eso de verdad importa cuando tienes todo el tiempo del mundo para disfrutar de una buena cena entre familia o amigos? No hay nada más odioso que los restaurantes con «doble turno» donde te fijan la hora de comienzo y fin de tu cena. De verdad que se me atragantan.

En resumen, déjate la camisa y tus sneakers pijas en casa y sal a descubrir la ciudad. Déjate también el teléfono y símplemente retorna al imperio de los sentidos verdaderos, el de los torreznos, el del choclo, el de los tomates que nunca han estado en una nevera, el del guiso de pollo sin avecrem y el de las acelgas en vez del duro e inmasticable kale.

Los restaurantes más auténticos de Barcelona

Esta es mi particular lista de los restaurantes más auténticos y genuinos de Barcelona, no pensados para turistas, y en los que no es necesario que te dejes un dineral:

  • O’Retorno: Muy cerca del Hospital Clínic, sirven los mejores platos y mariscos de la comida gallega a un precio realmente bueno. Hay que reservar con algo de tiempo.
  • Un Capítol del Vietnam. El mejor vietnamita de la ciudad. No dejar de probar el pho y el pato. Cerca de Sagrada Familia (pero sin turistas!).
  • Xemei. Es un poco caro pero sin llegar a cifras astronómicas para el mejor italiano de Barcelona. Está en Montjuïc.
  • Es Bandoler. Uno de los más escondidos y curiosos restaurantes, en Horta, y en la que podemos disfrutar de comida básica catalana: embutidos, quesos, tortillas, etc… sobre manteles de papel.
  • Au Port de la Lune. Un pequeño francés en el centro de Barcelona donde degustar el Cassoulet de Castenaudary o los Rillete de Oca.
  • Piratas. Muy pequeño y escondido cerca del Auditori, en su diminuta cocina se preparan auténticas delicias. Prueba los tomates.
  • Foxos. Auténtica comida gallega en mesas de madera vieja en un ambiente muy familiar de barrio en la Verneda.
  • Els Tres Porquets. En Poblenou, existe esta pequeña joya para degustar exquisiteces y buenos vinos. Está un poco subido de precio pero vale la pena.

Esta lista es solo apta para exploradores culinarios y amantes de los descubrimientos. Algunos de ellos no tienen ni carta escrita (como el Foxos), en ninguno de ellos son capaces de atenderte en inglés y las valoraciones que puedas encontrar en Tryp Advisor se quedan cortas en la mayoría de los casos.