Subida a Nabaín

Este sábado, mi primo Toni y yo ascendimos al pico de Santa Marina, o más comunmente conocido como Nabaín (en Huesca), visible desde diferentes puntos del Sobrarbe y principalmente desde Boltaña, Margudgued, Sieste, Guaso o Jánovas.

La forma más fácil de subir es desde Ascaso, a 15 minutos en coche de Boltaña. A unos 200 metros antes de llegar al pueblo comienza un sendero bien señalizado a mano izquierda que nos conduce directamente a la cima.

Vistas del Valle del Ara durante la ascensión a Nabaín

En total, con un par de paradas, tardamos 2h 15′ en llegar arriba donde nos esperaba la Ermita de Santa Marina, una vieja construcción totalmente en ruinas donde antiguamente se veneraba a esta santa y a la que hoy en día aun se sigue subiendo en Romería.

Mi primo Toni ascendiendo a buen ritmo

Las vistas desde la cima son imponentes, sin ningún obstáculo visual con Monte Perdido al norte, y la Peña Montañesa al este. Aunque el pico no es excesivamente conocido ni su ascensión muy compleja, desde luego merece una visita porque se puede contemplar un panorama de los Pirineos muy inédito desde sus 1.800 metros de altitud.

El Monte Perdido desde Nabaín
Ruinas de la Ermita de Santa Marina

La bajada, sin ningún descanso y manteniendo el ritmo, la hice en algo menos de 1 hora.

La Iglesia de Anciles

Hace unos días, casi por casualidad, descubrí Anciles, un pequeño y espectacular pueblo en la provincia de Huesca perteneciente al municipio de Benasque en los Pirineos.

Además de sus pequeñas calles y sus majestuosos palacios y casas solaniegas su mayor sorpresa es la iglesia románica de San Pedro Apostol reformada en el siglo XVII y que en su parte interior esconde lo que en su día fue el cementerio del pueblo con algunas lápidas en el suelo de casi 200 años de antigüedad.

Sin duda, merece una visita si estás por la zona y no quieres perderte uno de los pueblos más bonitos y auténticos del Pirineo.

La Borda Ignasia

Estuvimos con unos amigos hace unas semanas en Tirvia, en el Pallars Sovirà, un lugar idílico rodeado de montañas y rios a 3 horas y media de Barcelona al que vale la pena ir si quieres pasar unos días en los Pirineos.

Uno de los mejores momentos del fin de semana fue la comida en la Borda Ignasia, un pequeño restaurante al final de una larga pista forestal en la que se hace imprescindible tener un coche un poco alto y algo de paciencia para llegar.

La entrada de la Borda Ignasia

El restaurante está ubicado en un antiguo corral (borda) por lo que tiene su encanto natural.

El interior de la Borda Ignasia con Pol y Blanca al fondo

Después de la comida puedes aprovechar para darte un baño en el rio que pasa junto al restaurante, siempre y cuando no seas demasiado friolero.

La Noguera Pallaresa a su paso por la Borda Ignasia con nosotros en el rio

Para llegar al restaurante basta seguir las indicaciones de Google Maps ubicando este punto. Desde barcelona, hay casi 4 horas pero insisto en que vale la pena.

El Pluviómetro

El fin de semana pasado decidí realizar la acción memorable del mes y junto a mi hermano, Sara, Sofía y Pol, subir al Pluviómetro como hacíamos de pequeños con mis padres y mi tio Antonio en su Nissan Patrol.

El Pluviómetro es el nombre familiar que le damos al Cuello de Burgasé, en la comarca del Sobrarbe en Huesca, un lugar idílico y al que tienes que ir, a unos 1700 metros de altura rodeado de prados, pinos y vacas. Su ubicación es un poco complicada ya que no resulta fácil encontrarla en el mapa ni mucho menos llegar por lo que puedes utilizar este mapa para centrarte.

Para llegar necesitas entre 1,5 y 2 horas por pista forestal en bastante mal estado y absolutamente imprescindible un coche alto y con tracción en las cuatros ruedas, especialmente si hace mal tiempo y llueve.

Sara, Sofia y Pol junto al pluviómetro

Hay varios caminos para llegar y es bastante fácil perderse por lo que es una buena idea invertir unos minutos trazando la ruta en Google Maps.

El Cuello de Burgasé con sus prados a 1.700 metros de altura

En nuestro caso, la subida fue bien pero en la bajada uno de los neumáticos explotó literalmente y tuvieron que venir a «rescatarnos» con una grua, tarea que resultó muy larga y complicada debido al estado de la pista.