Esta semana he estado en Madrid y tengo que reconocer que me gusta. De hecho, me gusta mucho. No solamente por su arquitectura, museos y parques sino también por su ambiente y su vida.
Definitivamente, Madrid es una ciudad viva las 24 horas del día durante toda la semana. Da igual que sea un domingo o lunes… vas a encontrar bares y restaurantes abiertos aunque no estés en el centro. En Barcelona esto es muy distinto y salir un lunes o un martes es prácticamente imposible a no ser que estés en el centro o cerca de zonas turísticas.
Como decía, Madrid me gusta, incluso pese a que es una ciudad muy sucia comparada con Barcelona o sus homólogas europeas. Hay basura por todos lados especialmente por las noches y a primera hora de la mañana.
Aunque sin duda alguna, el aspecto más mejorable de Madrid con una gran diferencia cuando se compara con cualquier otra ciudad occidental en la que haya estado, es el transporte. La red de metro es amplia pero muy incómoda: suele hacer bastante calor y las escaleras eléctricas y ascensores casi no existen pese a la gran cantidad de escaleras que hay. Tampoco hay tranvía y poquísimos carriles para bicicleta.
Como que andar en transporte público o bicicleta es una odisea, los madrileños, a la que pueden, se mueven en coche con lo que la ciudad está permanentemente congestionada y atascada con vehículos y ruido por todas partes.
Si se intentase mejorar el transporte y dejar de dar protagonismo a los coches, Madrid podría llegar a ser una ciudad realmente acogedora en la que te apeteciera salir a pasear o correr.