El último día de Stefan Zweig

Probablemente Stefan Zweig es uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX (aunque aun no haya leído nada de él). Nació en Austria en 1881 y al inicio de la segunda guerra mundial decidió emigrar dada su condición de «no ario» impuesta por el régimen de Hitler. Vivió en Francia, Inglaterra y finalmente en Brasil.

Y fue allí donde en 1942, en la ciudad de Petrópolis y junto a su mujer, decidió quitarse la vida no antes de haber escrito la magnífica nota de suicidio que ha podido ser recuperada últimamente y que se halla en la Biblioteca Nacional de Israel:

«Cada día he aprendido a amar más este país y quisiera no haber tenido que reconstruir mi vida en otro lugar después de que el mundo de mi propia lengua se hundió y se perdió para mí, y mi patria espiritual, Europa, se destruyó a sí misma.

… pero para empezar todo de nuevo un hombre de 60 años necesita poderes especiales y mi propio poder se ha desgastado después de años de vagar sin asiento. Por eso prefiero terminar mi vida en el momento adecuado, justo, como un hombre para quien su trabajo cultural fue siempre la más pura de sus alegrías y también su libertad personal —la más preciosa de las posesiones en este mundo…

Dejo saludos para todos mis amigos: quizá ellos vivan para ver el amanecer después de esta larga noche. Yo, más impaciente, me voy antes que ellos.»

Me fijé en ella hace unas semanas en la exposición «La Biblioteca Nacional de Israel: Depósito de Memoria» en Madrid en el complejo cultural de Matadero, junto a Madrid Río.

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