Por el Sobrarbe con Pol y Sofia

Esta semana hemos estado por la zona de Ainsa y Boltaña con Pol y Sofia (sin tilde) y hemos hecho un montón de cosas. Las minivacaciones han sido especialmente intensas para Pol donde ha tenido la oportunidad de hacer lo siguiente:

      • Jugar con perros.
      • Sentirse rodeado de un rebaño de ovejas.
      • Bañarnos en el rio en agua «fresquita».
      • Comer moras (muchas) directamente de las zarzas.
      • Comer manzanas y peras directamente del árbol.
      • Ver y tocar renacuajos, algunos de ellos casi-ranas.
      • Perseguir saltamontes y jugar con ellos.
      • Ver burros y acariciarlos.
      • Ascender a la Peña Montañesa (no hasta arriba de todo).
      • Andar por el monte (en total más de 10 kms).
      • Caminar por terreno muuuuuuy irregular.
      • Beber agua fría de fuentes naturales.
      • Atravesar un puente románico.
      • Perseguir gatos.
      • Ver una puesta de sol increíble entre montañas.
      • Redescubrir Margudgued andando desde Ainsa.
      • Ver y tocar setas.
      • Ver vacas, gallinas, patos y cerdos.
Pol y Sofia ascendiendo a la Peña Montañesa

En el vídeo de arriba, Pol transita alegremente por el sendero justo a punto de entrar en la pedrera de ascenso a la Peña Montañesa de 2.295 metros sobre el nivel del mar. Parece llano, pero no lo es.

12 Años de la Subida a la Peña Montañesa

Hace ahora 12 años de mi primera participación en la «Carrera Peña Montañesa» que hicimos conjuntamente con José Luis, Jordi, Vicens, Juanma i Josep y donde sufrimos como no lo habíamos hecho antes corriendo.

He conseguido recuperar los dos videos «oficiales» de la prueba donde incluso se nos llega a ver.

Carrera a la Peña Montañesa – Parte I
Carrera a la Peña Montañesa – Parte II

Espero poder volverla a correr en alguna nueva ocasión, si se organiza, o al menos continuar corriendo por las montañas del Sobrarbe.

Ascensión a la Peña Montañesa

Casi por casualidad me he topado hoy con unas fotografías de 1993 de cuando mi padre y yo ascendimos a la Peña Montañesa.

Mi padre y yo ascendiendo a la Peña
Mi padre y yo ascendiendo a la Peña

Es curioso observar las pintas que llevamos y lo poco preparados que íbamos (ni una pobre botella de agua) para ascender un pico de casi 2.300 metros en pleno julio.

En la cima, resguardados del frio
En la cima, resguardados del frio

Eso si, la gorra y el bastón no podían faltar.

Nuevamente en la Peña Montañesa

Ayer estuve corriendo en la Carrera a la Peña Montañesa en su quinta edición (en el Pirineo de Huesca). Con una distancia de 24 kms, un desnivel positivo acumulado de 1.580 metros y uno negativo de 1.918, la distancia se había incrementado un poco respecto a la edición de 2008 cuando había corrido, así como el nivel de dificultad del circuito.

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(yo soy el del dorsal 164)

Con todo ello, conseguí terminar en 4h 02′ 40» en la posición 74 sobre un total de 121 participantes y un poco más fresco que hace dos años cuando llegué bastante agotado.

Mi hermano, en una hazaña heróica, también consiguió entrar en tiempo con 4h 44′ 47» con la muñeca muy hinchada debido a una caída que tuvo en el km 8. Posteriormente en el hospital le fue diagnosticada rotura del radio por lo que se va a tirar un mes escayolado.

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(este es mi hermano)

La organización de la prueba, avituallamientos y en definitiva todo fue excelente. Algunas fotos espectaculares de la carrera y del circuito pueden verse aquí.

El 4º Deseo

Este fin de semana hemos estado nuevamente por Ainsa y Boltaña para intentar hacer realidad mi cuarto deseo de mi Lista de Deseos. Hace 4 años nos compramos un pequeño huerto con una borda en la huerta de Guaso (aquí) con vistas increibles a la Peña Montañesa y a sólo 8 minutos corriendo de Margudgued (donde nació mi padre).

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Por cierto, nuestros vecinos más cercanos (Juan y familia) viven a unos 100 metros de nosotros en un antiguo molino rehabilitado y gracias al agua de la acequia disponen de una pequeña central hidroléctrica que les genera la electricidad necesaria.

«No me siento las piernas»

Tres días después de subir a la la Peña Montañesa sigo con serios problemas de movilidad. Además de las agujetas típicas que aun no se han ido, tengo los gemelos al borde de la contractura, un poco quemados por el sol y encima con algunos picotazos de mosquitos (o bichos varios). Además, una uña del pie se me ha puesto azul y otra tiene pinta de seguir el mismo camino.

Sin embargo, tengo unas ganas locas de recuperarme un poco más y salir de nuevo a correr.

Sampietro y Morillo de Sampietro

Aprovechando que el fin de semana estábamos en el Sobrarbe Aragonés, y tal como avisé en el post del 24 de Junio, el sábado fuimos de excursión a Sampietro y después a Morillo de Sampietro, donde habita una sola persona, a casi una hora de Boltaña por pista forestal en bastante mal estado (sin 4×4, no subes).

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La excursión es altamente recomendable si no te gusta mezclarte entre domingueros y turistas. Eso sí, prepárate bien, porque el camino en coche es bastante movido hasta donde se puede llegar, y el último tramo a pie es algo más que un sencillo paseo.

En Sampietro nos espera un pueblo abandonado hace más de 400 años donde la vegetación se entremezcla con las viviendas en ruinas. A poca distancia nos encontramos Morillo de Sampietro con sus casas de más de 200 años y con unas vistas increibles de todo el Pirineo.

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En la primera fotografía estamos en el punto donde debemos detener el vehículo y comenzar a descender hasta Sampietro. En la segunda, se ve Morillo de Sampietro en la parte central y la Peña Montañesa al fondo a la izquierda.

Sangre, Sudor y Piedras

Este fin de semana ha sido especialmente intenso. El domingo participé junto a Jordi, José Luís, Vicenç, Juanma y Josep en la III Carrera a la Peña Montañesa, de 24 kms, en el Pirineo de Huesca.

La Peña Montañesa desde la huerta de Guaso
La Peña Montañesa desde la huerta de Guaso

El despertador sonó a las 6:00 AM y después del desayuno nos fuimos a Ainsa donde nos esperaba el autocar que nos tenía que trasladar al Monasterio de San Victorian (el más antiguo de España) donde estaba ubicada la salida de la prueba.

A las 9:30 los 110 participantes tomamos la salida desde la cota 1.100. El primer obstáculo consistía en alcanzar la cumbre de la Peña Montañesa a 2.291 metros en menos de 2 horas, tiempo límite marcado por la organización para recorrer los 5 kms de la primera parte del circuito.

El descenso fue muy peligroso porque nos tuvimos que enfrentar a casi 2 kms de pedrera con un fuerte desnivel. Aquí comenzaron a aparecer las primeras caídas, cortes, heridas y puntos. Los servicios médicos de la Collada estuvieron ciertamente entretenidos durante toda la mañana atendiendo a los numerosos heridos y lesionados que pasaban por el punto de control.

En ese punto, después de casi 2 horas de carrera, aun quedaban 17 kms por caminos entre bosques, campos y barrancos. Y si ya de por si, eso no fuese bastante, la temperatura a las 11 de la mañana ya estaba por encima de los 30 grados.

Pasado el kilómetro 14 la carrera se volvió un auténtico infierno.  Una vez terminado el bosque, nos enfrentamos a un sol terrible que nos golpeaba sin cesar mientras que nuestras piernas a duras penas subían y bajaban las suaves colinas de camino a la Ainsa por los caminos más pedregosos que había visto nunca jamás. Aun quedaban por llegar los 2 kms de lecho de rio entre guijarros, agua y barro que nos condujeron hacia el Polideportivo de la Ainsa, donde se encontraba la llegada.

En mi caso, la agonía duró 4h 01′ 04» después de casi 24 kms, 1.589 metros de desnivel acumulado de subida, 2.063 de bajada y 35 grados de temperatura a la llegada. Quedé en la posición número 76 de los 90 que finalmente fueron capaces de llegar a meta en tiempo. Sólo 4 de los 6 que íbamos terminamos la prueba.

Después de 20 maratones, esta ha sido la prueba athlética más dura en la que jamás he participado.